Suiza está en reposo. Las informaciones sobre los procedimientos de quiebra de los bancos ponen en peligro a más de 120.000 empresas que han visto bloqueadas sus líneas de crédito y congelar 3 millones de cuentas corrientes. Pero, tal como en Estados Unidos, estos monstruos son demasiado grandes para quebrar. ¿Quién patrocinó, entonces, las colosales fusiones bancarias? Los análisis pronostican que una quiebra del sistema bancario suizo provocaría una caída en el corto plazo de un 20 a un 30 por ciento del PIB: 1.500 millones de francos, y con consecuencias que se prolongarían por una década y más. La muerte o el rescate del banco UBS da cuenta de los escenarios que puede adquirir la crisis de acuerdo a lo señalado en Los escenarios de la crisis y sus cinco letras. La forma de “L”, es decir, de una larga y lenta recuperación resulta la más factible. Esto es así porque la quiebra de un banco suizo tendría consecuencias dramáticas para el mundo entero. Bástenos recordar las consecuencias de la quiebra de Lehman Brothers, el 15 de septiembre del año pasado, hecho que marca un antes y un después de la crisis. Las consecuencias psicológicas para el mundo financiero han sido devastadoras. Y no cabe duda que sin la intervención de los gobiernos el colapso traumático sería global.
Tanto UBS como Deutsche Bank son dos de los bancos europeos más afectados por su exposición a los préstamos subprime, aunque no hay claridad frente a las cifras. Por ello se impone la urgencia de realizar las pruebas de estrés a la entidades financieras para determinar el volumen de activos tóxicos. Mientras este sinceramiento no se produzca será imposible ver un repunte real y todo será una simple caminata aleatoria, que es la forma en que camina un borracho. La lentitud con la que Europa está actuando para resolver los problemas, demuestra que aún está con resaca.
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