Los economistas Viral Acharya, Matthew Richardson y Nouriel Roubini publicaron una interesante reflexión en Financial Times relacionando el avión supersónico Concorde con las finanzas del siglo XXI. Recordemos que el Concorde fue considerado el avión más sofisticado y rápido del mundo (volaba al doble de la velocidad del sonido), pero su accidente el 25 de julio del 2000 destruyó esa confianza. Algunos culparon a la caída de fragmentos de metal de una aeronave y otros sostuvieron que fue el sobrepeso, lo cierto es que el accidente dio lugar a modificaciones de diseño, hasta que el año 2003 fue descartado en favor de los aviones subsónicos, más lentos pero más seguros y fáciles de mantener.
Para Acharya, Richardson y Roubini, no es demasiado insólito comparar las finanzas modernas al Concorde: fueron ferozmente innovadoras y crecieron a un ritmo récord durante dos décadas; hasta sufrir un estrepitoso accidente que no permite aún saber si fue culpa de los pilotos, del exceso de carga, o de una falla de los que regulaban su mantenimiento. Habría que agregar también si acaso no se habría superado cierto límite de lo posible, cierta frontera de los sistémicamente aceptable.
Según estos autores, las grietas del sistema lo hicieron plenamente vulnerable a los riesgos y el exceso de confianza facilitado por las altas ganancias alimentó los errores en la mantención y la reglamentación. Nada se hizo para reducir los riesgos sistémicos y a la hora del crack se han debido socializar las pérdidas cuando todos los beneficios del período de las vacas gordas fueron estrictamente privados. Por ello, sugieren cuatro cambios fundamentales, y aquí va una breve síntesis:
● Cambiar la estructura de incentivos y compensación de los operadores de las instituciones financieras complejas, premiando el buen desempeño y castigando el malo.
● Generar mecanismos de arbitraje para prevenir los riesgos y las distorsiones de precios que ayuden a desalentar la especulación.
● Cuantificar el riesgo sistémico de las grandes y complejas instituciones financieras, así como de los “paraísos fiscales”, regulando con seguros obligatorios sus operaciones.
● Aplicar una mayor transparencia en todos los derivados financieros.
Parte de estas propuestas fueron vistas por el G20. Al parecer, existe cierto consenso en crear mecanismos de regulación internacionales que permitan trabajar un conjunto básico de principios, y al mismo tiempo den una transparencia real al sistema. Es parte de lo básico: si Usted va al médico, lo que busca es que le entreguen un buen diagnóstico de su estado de salud. Nadie dispara al médico si el informe no es satisfactorio. Asimismo, nadie puede interpretar que estas reformas buscan destruir al capitalismo. Pero así como se desechó al Concorde por sus múltiples falencias y riesgos, así será necesario tener un sistema financiero más sólido y robusto que permita dar estabilidad al desarrollo humano.
Vía | Financial Times
Imagen | Mirek Kubicek