En dos generaciones, Corea sin inmigrantes va a desaparecer. Muchos en Europa (como España) están en una situación similar

En dos generaciones, Corea sin inmigrantes va a desaparecer. Muchos en Europa (como España) están en una situación similar
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En 2024, la tasa de fertilidad de Corea de Sur es de 0,68. La más baja del mundo, y no deja de bajar y bajar. Las mujeres surcoreanas no está teniendo bebés, ni hay previsiones de que esto vaya a cambiar.

Con esta tasa (0,68), estamos hablando de que en una población de 30 millones de personas (Corea tiene hoy 51 millones), según explica la cuenta Crémieux en Twitter/X, centrada en natalidad, la siguiente generación solo sumaría 10,2 millones de personas; sus hijos, 3,6 millones y los bisnietos de la primera generación que hemos mencionado: 1,2 millones.

En pocas palabras, en 100 años, el país desaparecería.

Nadie quiere ser madre

Según datos de The Rabbit Hole, la caída de la fertilidad en Corea del Sur ha seguido un declive constante y muy, muy pronunciado desde la década de los 60, cuando la tasa estaba por encima de 5.

A mediados de 1970, todavía puede observarse por encima de los 4 hijos por núcleo familiar, mientras que a mediados de los 90, la tasa ya se encontraba alrededor del 1,6 con una caída sostenida, que se ha incrementado muchísimo en los últimos 15 años.

Este colapso poblacional, como compartía el analista Marko Jukic en X, hace solo unos meses, es una tendencia global. (Los datos pertenecen a Birth Gauge.)

La tasa de natalidad global

Las cifras surcoreanas siguen la misma tendencia global, no tan pronunciada en otras partes de Asia, pero igual de preocupante (Japón, 1,15; Taiwan, 0,84; Tailandia, 0,95). Lo mismo ocurre en Latinoamérica (Argentina: 1,25, Colombia: 1,21; Chile: 0,88; Puerto Rico: 0,90) y Europa (Alemania: 1,37; España: 1,12; Francia: 1,63).

En El blog salmón, hemos realizado, anteriormente, un análisis pormenorizado de las cifras nacionales e internacionales, así como centrado en cómo los países occidentales han ocultado, a menudo sin querer, estos datos gracias a la inmigración masiva.

La conclusión es evidente: el mundo entero está en un declive poblacional severo. Corea del Sur solo es la cara más visible y acelerada de estas consecuencias.

Para que una población se mantenga estable, deberíamos estar en una tasa de 2,1. Pero en Corea del Sur, no hay apenas mujeres que planeen ser madres y, entre las principales razones, siguen presentes la lucha contra los modelos tradicionales y las interminables jornadas de trabajo.

Lejos del 2,1

La mentalidad surcoreana, además, relega a las mujeres a la casa, una vez han sido madres, y dificulta la posibilidad de volver al entorno laboral, por lo que muchas mujeres reniegan de caer en "la trampa" de tomar una baja por maternidad. Esos roles, todavía muy presentes, muestran como solo un 7 % de los padres han tomado bajas por paternidad frente al 70 % de las nuevas madres.

En España, pese a una mejor conciliación familiar, las dinámicas laborales han mostrado los mismos problemas, que mantienen el país con una de las tasas de natalidad más bajas de toda Europa.

Según recogía Reuters, la incertidumbre económica, el desempleo, los trabajos de baja cualificación y el precio de la vivienda están entre las principales razones que alegan las familias españolas para no tener hijos o ampliar familia.

Corea, laboratorio de la (no) fertilidad

El envejecimiento acelerado de la población en Corea del Sur no es muy distinto a otras regiones, tampoco las explicaciones del mismo. Altos costes de vida, desigualdad salarial entre géneros, dificultad para equilibrar trabajo y crianza y cultura laboral que presiona al hombre para no coger bajas parentales y que la mujer se quede en casa.

Este cóctel ha supuesto que cada vez haya menos matrimonios, nacimientos e incluso movimientos sociales como el 4B, que rechaza el sexo con hombres y las citas románticas.

Por descontado, el Gobierno ha buscado políticas y subsidios para incentivar la maternidad, pero centradas en medidas económicas, por lo que la efectividad es limitada ante una dinámica que tiene impacto también social.

La mayoría de los analistas apuntan a que debería priorizar políticas de igualdad, flexibilidad laboral e incluso inmigración, aunque ya sabemos que esto es una solución a corto plazo, como ha demostrado Europa.

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