Aunque las fábricas se han visto alentadas a recuperar el impulso después del sostenido esfuerzo del gobierno por alentar el gasto, incluidos los pagos en efectivo destinados a la reactivación de la demanda de automóviles, la enorme cantidad de desempleados que siguen generando las empresas, pone una sombra de duda en la velocidad de la recuperación. El Departamento del Trabajo anunció que para este mes la cifra de desempleados llegará al 10%, aunque según registros no oficiales ya se superó el 16%, niveles que no se veían desde los años 70. Esta debilidad del mercado laboral siembra una gran incertidumbre respecto a la fortaleza de la demanda en un período en el cual las restricciones al crédito se encuentran al tope, y el dinero sigue sin circular. Toda la industria ha sido totalmente golpeada, y este sector, que aporta el 13% al PIB del país, se ha visto seriamente dañado por el sector financiero, cuyo aporte al PIB es del 1,3%. En este sentido, los bancos, generadores de la crisis por provocar las enormes burbujas especulativas desarrolladas según el esquema ponzi, y luego creadores de la mayor sequía financiera, resultan ser los primeros que se salvan del huracán sistémico, sin importarles para nada el resto de los sectores productivos.
Este elemento es clave a la hora de ir comprendiendo el fenómeno. La “teoría del chorreo” del modelo económico vigente ha demostrado su incapacidad para lubricar eficientemente a todo el sistema. Las “ganancias" celebradas por los cuatro mayores bancos de Estados Unidos, que hace menos de un año se hallaban al borde de la quiebra, demuestran la desigualdad de un modelo que privilegia el juego de casino en vez de la actividad productiva. ¿Justicia divina? Para nada. Simplemente la obra de un tiburón, Henry Paulson, el ex secretario del tesoro de Estados Unidos, que trabajó 25 años en Goldman Sachs antes de ser Secretario del Tesoro..
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