Los últimos datos del INE referidos a la compraventa de viviendas en España, reflejan que se ha producido un retroceso en 2019 del 3,3%, pasando de 518.000 a 501.100 transacciones, siendo el primer retroceso que experimenta el mercado inmobiliario español desde 2013.
De hecho, este dato contrasta significativamente con su reciente histórico. En 2018 las compraventas avanzaban un 10,8%, en 2017 el 15,4%, y en 2016 el 14%.
Es un dato de suma importancia, porque el indicador de compraventa de viviendas está estrechamente vinculado a la confianza de los agentes económicos en la economía española y sus perspectivas.
Ya hemos visto como, el los últimos meses, han ido empeorando una serie de datos dinámicos como la evolución del PIB, la desaceleración de la afiliación a la Seguridad Social y la caída del desempleo y este dato es otro más que hay que añadir al deterioro que se está viendo.
Causas de la contracción de la compraventa
Si anteriormente veíamos tasas superiores al 10% en los avances de las compraventas, una referencia negativa como la vista en el año anterior refleja un cambio drástico en el comportamiento los agentes económicos que componen el mercado inmobiliario.
Pero ¿qué hecho relevantes han sucedido en 2019 para que los agentes económicos hayan cambiado sustancialmente su comportamiento?
En primer lugar, debemos de referenciarnos a junio del año pasado en la que se aprobó la nueva ley hipotecaria en la que se integraban una serie de cambios de gran trascendencia.
Anteriormente a la nueva ley, el cliente debía hacer frente a diferentes gastos como gestoría notaría, el registro de la vivienda y también la tasación. Con esta ley, exceptuando la tasación coman el banco asumiría el resto de gastos. Al mismo tiempo, tenemos que incorporar que el impuesto de actos jurídicos documentados que paga el cliente fue a parar a cargo de las entidades bancarias.
Esta modificación en el ámbito regulatorio se llevó por delante las operaciones durante los meses de verano porque se debía hacer frente a las nuevas exigencias regulatorias. Un dato muy significativo es que únicamente en el mes de agosto se vivió un desplome de hasta el 21,1% en las compraventas.
A pesar del cambio en el entorno legislativo, otro catalizador de la variación negativa en las compraventas ha venido dado por la disminución de la demanda, fruto de un serio deterioro de la confianza de los consumidores vinculada a la incertidumbre política vivida y la desaceleración de la economías española.
Para ello, podemos ver el Indicador de Confianza del Consumidor (ICC) que descendió desde diciembre de 2018 hasta diciembre de 2019 13,2 puntos, con una pérdida en términos absolutos para la valoración de la situación actual de 13,3 puntos y de las expectativas, que ofrecen un descenso prácticamente igual, de -13 puntos.
La percepción se ha alterado negativamente en todos los ámbitos. La valoración de la situación económica desciende 18,9 puntos con relación a la de hace un año, las opciones que ofrece el mercado de trabajo se valoran 18,2 puntos por debajo del valor de hace un año, mientras que la situación en los hogares limita su caída a 2,9 puntos en los últimos doce meses.
La importancia del mercado inmobiliario en España
La compraventa de viviendas, ya sea por el mero hecho de vivir o bien como inversión, forma parte del eje central del mercado inmobiliario español y, para muchos españoles, será el activo de mayor valor en toda su vida.
Específicamente, en España, la compraventa de viviendas adquiere una connotación más importante que en otros países porque el porcentaje de hogares con vivienda en propiedad fue en 2018 del 76,1% (Encuesta de Condiciones de Vida del INE).
La inversión en vivienda es una parte pequeña pero impredecible de cómo medimos la producción total de la economía. Si se compra una vivienda de nueva construcción, contribuye directamente al PIB, por ejemplo, mediante la inversión en terrenos y materiales de construcción, así como la creación de puestos de trabajo.
Por otra parte, si nos referimos a la compraventa de viviendas existentes no afecta al PIB de la misma manera. Sin embargo, los costes que acompañan a una transacción de vivienda siguen beneficiando a la economía.