La crisis financiera ha secado los flujos y ha creado un corte de suministro de dinero global. Este corte no programado en el suministro de los recursos financieros ha provocado la asfixia de numerosas empresas y el estallido del desempleo, obligando a los gobiernos a tomar medidas desesperadas. Y la aplicación de estas medidas obligarán a crear un cambio estructural en el diseño del sistema financiero que viene desde Bretton Woods. El sistema se vició y por eso urge reformarlo para quitarle sus yerros, sus excesos de apalancamiento, sus paraísos fiscales, su desorden total.
En la economía, la movilidad de los flujos es esencial. Si recibo $100 y destino $60 a consumo y $40 a ahorro, los $100 permanecen en el sistema dado que los $60 generan trabajo a las empresas que proveen los bienes de consumo, y los $40 las inversiones para esas u otras empresas que requieren financiamiento. En este ejemplo los $100, por diversas vías, alimentan el sistema y le dan movimiento.
Pero si estos $40, en vez de colocarlos en el sistema financiero los guardo en un paraíso fiscal, los estoy sacando del circuito productivo y provocando un gran daño a los requerimientos de inversión real. Al mismo tiempo, al desconocer los montos reales del efectivo que se halla oculto en estos paraísos, las autoridades monetarias se encuentran frente a una variable que desconocen y que pasa a ser gravitante en los momentos críticos. Es como tener un reloj sin agujas: ¿puedo saber la hora?, ¿la velocidad que llevo en el automóvil?, ¿el nivel de combustible?
La gráfica que encabeza este articulo da cuenta del desplome de lo que se conoce como la velocidad de circulación del dinero, uno de los componentes claves de la célebre Teoría cuantitativa del dinero a la cual me he referido en otros artículos. Esta TQM se establece en la ecuación MV=PQ, donde M es la cantidad de dinero, V la velocidad de circulación, P el nivel de precios, y Q, la producción. En el concepto tradicional y ajeno a las turbulencias, la velocidad V es constante y cuando la variable M (cantidad de dinero) se incrementa con mayor rapidez que la producción Q, tenemos lo que se conoce como “inflación”: que es un aumento sostenido en el nivel de precios, P.
Durante décadas, la doctrina monetarista sostuvo la inexistencia de variaciones en V, tomándola prácticamente como un valor fijo y estable en el tiempo. La primera gráfica nos muestra la espectacular caída de V, negando su estabilidad. La segunda gráfica muestra la Base monetaria y da cuenta del fenómeno inverso que ha debido hacer la Fed para contrarrestar la caída de V. Esta caída de V es la consecuencia del corte de suministro financiero, la falta de liquidez, que lo tiene a sobresaltos.
Frente a las gigantescas operaciones financieras que buscan inyectar al sistema los flujos que se evaporaron (el FMI habla ya de 4 billones de dólares en pérdidas), hay muchos que han comenzado a hablar de la hiperinflación que viene. Pero eso no ocurrirá. No confudamos alza en los precios de los comodities (trigo, maíz, petróleo, cobre) con una inflación generalizada de los precios. Las inyecciones de liquidez han debido contrarrestar el efecto de la caída en la circulación, y ambas gráficas presentan una curiosa simetría que nos permite comprobar la magitud del fenómeno que estamos viviendo.
Imágenes | Economists View: Velocidad del dinero, Base monetaria