Esencialmente, una operación de trading tiene dos momentos clave que pueden determinar el éxito o fracaso de la misma: el momento de la entrada y el momento de la salida. Parece muy obvio, pero es algo que requiere de nuestra máxima concentración para no cometer errores en esos momentos cruciales, especialmente en el de la entrada.
Puede ser más o menos evidente detectar el momento del mercado en el que se abre una ventana de oportunidad para tomar una operación. No tiene mayor secreto que esperar que se den una serie de circunstancias a la vez para ello. Pero una vez tenemos claro que es momento de posicionarse en el mercado, ¿cuál es el momento y el precio justo para hacerlo?
No entrar nunca al final de un impulso
Hay diversos factores que entran en juego a la hora de decidir el punto de entrada. Uno de ellos es tener siempre muy presente los movimientos de impulso y corrección que inherentemente lleva a cabo todo mercado. De este modo, si queremos posicionarnos a favor de un movimiento alcista de un determinado producto, no será óptimo hacerlo en un punto en el que el precio esté claramente en un movimiento de impulso alcista, pues estará mucho más cerca la corrección en contra de ese movimiento, y podríamos quedarnos fuera de la operación si en ese movimiento correctivo nos saltara el stop.
De este modo, siempre hay que esperar el movimiento correctivo en contra del sentido en el que queremos entrar para posicionarnos en un punto óptimo al movimiento. Puede resultar antinatural entrar alcistas, por ejemplo, justo cuando el precio está bajando, pero ese es el punto de entrada óptimo. Aunque también es cierto que cuanto más intentemos apurar en la entrada, mayores riesgos estaremos tomando si ese movimiento correctivo aún no ha finalizado. Como siempre, es cuestión de entender muy bien el producto que se opera y analizar cómo se mueve habitualmente.
Tu stop loss debe estar cubierto con soportes o resistencias
Otra de las reglas de oro para ajustar tu entrada en una operación es evaluar dónde quedará posicionado tu stop loss en esa operación, que recordemos, debería ser fijo y evaluado en función del riesgo máximo que asumamos respecto a nuestro capital disponible.
Nunca deberíamos dejar un stop loss sin ningún tipo de cobertura natural del precio. Los stops idealmente deberían quedar siempre por encima de resistencias en el caso de posicionarnos a la baja, o por debajo de soportes si nos posicionamos al alza.
Debe existir un motivo técnico para justificar que antes de llegar a nuestro stop loss el precio deberá superar una zona que con anterioridad ha supuesto un punto con tanta oferta o demanda que el precio no ha sido capaz de romper. La idea es: si el precio toca nuestro stop, debe ser porque en efecto hemos errado nuestra operación y por lo tanto conviene salir de la misma. Nunca debería ejecutarse nuestro stop loss por haber seleccionado un mal punto de entrada. Por muy buena que sea una operación, si el punto de entrada óptimo que nos da nos deja con el stop loss desprotegido es mejor no tomarla.
Cuidado con las entradas a breakeven
Finalmente, hay que tener mucho cuidado con las entradas a breakeven, o lo que es lo mismo, a rotura de una determinada zona del precio. Hay mucha gente que programa su entrada a la rotura de una determinada resistencia relevante, por ejemplo, considerando que en el momento que el precio rompa ese nivel va a salir disparado hacia arriba.
Eso es así, pero normalmente el precio nunca sale disparado a la primera, pues se suceden previamente lo que se conoce como engaños. Pequeños testeos de esas zonas de breakeven para activar esas entradas y posteriormente llevar el precio a una distancia suficiente para que salten los stops de esos valientes. Entrar a breakeven implica un riesgo excesivo, y es mucho mejor esperar un retesteo de la zona rota en la posterior corrección para posicionarse.