Durante el último tiempo se ha enfatizado mucho el problema de la deuda, haciendolo ver como el tema más relevante del momento. Se han tomado medidas de gran eficacia para aplicar recortes fiscales o reducciones salariales. Tan eficaces como aquellas destinadas a salvar a la banca de su rotundo colapso. Pero no se ha tomado ni una sola medida para la creación real de empleo. Se piensa que el empleo se generará automáticamente una vez que el mercado se estabilice. Sin embargo no se tiene en cuenta que la lenta recuperación multiplica por tres o cuatro veces la lenta recuperación del empleo. Algo de eso ya vimos en La persistencia del desempleo tras las crisis. Por eso que el tema no es la deuda sino el desempleo.
A tres años de iniciada la crisis financiera y pese a que la economía ha experimentado un repunte en los últimos 12 meses, el desempleo sigue siendo el hueso más duro de roer. En Estados Unidos bordea oficialmente el 10%; pero el desempleo real llega al 16,5%. El problema mayor es la persistencia del desempleo, o la imposibilidad real de crear empleo.
La gráfica está tomada de un post de Gregory Mankiw y nos muestra la duración media del desempleo en Estados Unidos para los últimos 50 años. Como podemos apreciar, la situación actual es dos o tres veces superior a la de cualquier otro período. En otras palabras, estamos ante el peor nivel de desempleo de la historia conocida. Y todos los análisis señalan que hay pocas posibilidades de que la tasa de desempleo tenga un quiebre importante en los próximos meses.
Por eso que es el desempleo, y no la deuda, lo que debiera estar en el centro de atención de las autoridades. La debilidad de la demanda que produce el desempleo constituye uno de los círculos viciosos de la economía: desempleo → caída en la demanda → más desempleo. El desempleo permanecerá constante o bajará muy levemente en el próximo año y medio. Será dificil alcanzar los niveles de desempleo existentes previo a la crisis antes de cuatro o cinco años.
Algunos recuerdan la situación de desemplo de la crisis de 1982, que a diciembre de ese año alcanzó el 10,8%, para recuperarse rápidamente a comienzos de 1983. Pero la relación de hoy es bastante diferente a la de entonces. La globalización y el desarrollo de las nuevas tecnologías han liberado grandes cantidades de fuerza de trabajo, como señalamos el año pasado al hablar del libro de Jeremy Rifkin El fin del trabajo. En ese artículo, destacaba que la velocidad a la que la modernidad ha creado puestos de trabajo ha sido muy inferior a la velocidad con que destruye puestos de trabajo. Una fábrica en la que trabajaban 400 personas en los años 80, hoy requiere apenas de 8 empleados, dado que el resto lo hacen robot automatizados. En poco tiempo más, no requerirá de un solo empleado, salvo la visita del técnico que mantenga y repare los robots.
Estamos ante un tema bastante complejo y ante el que no vemos soluciones por ningún lado. En los años de la gran depresión, un economista advirtió que para los años 2010-2020 sólo habría que trabajar 15 horas a la semana. Esto fue pensando que se desarrollarían políticas inteligentes y de largo plazo, que cuidarían el empleo dado que el empleo es lo único que permite estabilidad y mantener estable y sana a una sociedad, parecía el noble objetivo de las instituciones. Pero las cosas no se fueron por el camino correcto, y en un momento de la historia se tomó el camino equivocado. ¿Habrá tiempo para remediarlo?
En El Blog Salmón | La persistencia del desempleo tras las crisis, Hacia el fin del trabajo
Imagen | Mankiw