En estos momentos, E.ON está pronunciándose sobre sus intenciones positivas; sobre su búsqueda del crecimiento, sobre su convencimiento que la empresa española encaja perfectamente dentro de sus planes y sobre sus planes de grandes inversiones. Está diciendo todo lo que se espera en estos momentos previos a llevarse su premio.
Aunque E.ON ha hablado de su intención de mantener el empleo, dudo que pongan algo por escrito y, si lo hacen, ya se las arreglarán para tomar las decisiones que consideren necesarias, incluso la reducción de empleo en España.
Si los sindicatos españoles realmente quieren influír las decisiones de la empresa alemana, tienen un camino mucho más efectivo.
Deberían presionar a la empresa alemana para que les den un hueco en el consejo de supervisión, el máximo órgano de control y de aprobación de las empresas alemanas.
Estas tienen su consejo de administración, que administra la empresa (los altos ejecutivos) y, por encima de estos, el consejo de supervisión (el Aufsichtsrat en alemán), que aprueba la estrategia propuesta por los ejecutivos y la nominación de los ejecutivos. Es el equivalente al Consejo de la empresa.
Las leyes de Alemania requieren que diez de los veinte miembros del consejo de supervisión deben ser representantes sindicales, el resto son representantes de los accionistas. Hasta hace poco, estos siempre han sido representantes sindicales alemanes, aunque la ley no impone nacionalidad.
El año pasado, se vio el nombramiento de un representante sindical británico al consejo de supervisión de la aseguradora alemana, Allianz, demostrando que los representantes sindicales pueden ser extranjeros. El argumento para justificarlo fue que Allianz tiene una presencia muy importante, y muchos trabajadores, en Reino Unido.
Cara al futuro, un puesto en el consejo de supervisión sería mucho más influyente que una carta garantizando el nivel de empleo.
Vía | ABC