Detectar una burbuja especulativa no es tarea fácil. Menos aún lo es defender los argumentos que nos llevan a algunos analistas a advertir sobre su existencia, en un entorno en el que algunos inversores reaccionan incluso agresivamente contra todo ápice de razonamiento que amenace con quebrar su riqueza futurible.
Una de las herramientas de las que los analistas disponemos para poder advertir con más o menos rigor sobre la existencia de nuevas burbujas es la correlación. Sin ser un factor definitivo ni 100% concluyente, comparar una burbuja con otras anteriores a menudo revela patrones similares, y casi siempre nos lleva a razonamientos inexplorados e indeseados por parte de algunos inversores que entran al calor de la burbuja corriendo tras los precios.
Las burbujas especulativas suelen ser admitidas por el público en general sólo cuando ya han pinchado
Como les decía, no es misión nada fácil detectar una burbuja ya de por sí, y menos en medio de un mar de recomendaciones de fuerte inversión, con unas revalorizaciones que suben como un cohete para deleite de los que participan del festín. Además está la complejidad añadida de que cada burbuja es diferente… pero igual que se diferencia de otras burbujas anteriores en algunos aspectos, también se parece a ellas en otros tantos, en especial en lo que se refiere a su naturaleza más intrínseca y, como no podía ser de otra forma, también en lo que se refiere a la naturaleza humana que se esconde tras las gráficas de cotizaciones.
Uno de estos ejercicios de correlación y análisis comparativo con burbujas anteriores, lo hicimos hace unos meses en el artículo "Estos indicadores apuntan a una burbuja en Bitcoin y otras criptomonedas. Les recomiendo leer este análisis, pues parece que adquiere ahora un cariz especialmente significativo tras la reciente evolución de Bitcoin, cuando la burbuja ya está en todos los medios “commodity” una vez que los sistemas de alerta temprana como nosotros ya detectamos su riesgo hace meses.
Y lo cierto es que, de seguir confirmándose la existencia de una burbuja con el pinchazo que nos faltaría aún por ver, éste habría sido un nuevo caso de burbuja especulativa con patrón de libro de primero de Económicas. Como sugería uno de nuestros preciados lectores hace unos días, podemos apuntar también a un nuevo indicador de que la situación es efectivamente burbujeante, y que sería la creciente agresividad con la que reaccionan aquellos que están participando de esta particular fiebre del Bitoro, y que no ven (o no quieren ver) una explosiva burbuja: entran dentro del guión.
Estos crypto-inversores (algo desaforados en algunos casos) pueden reaccionar así por diferentes motivos en cada caso, que abarcan un amplio rango de posibilidades que va desde el simple deslumbramiento, hasta la ambición, pasando por paradas como el vaticinio, la mera expectativa, la juventud, la inexperiencia en el mercado, o (hay que decirlo también) los razonamientos coherentes sobre una crypto-economía que ha venido para quedarse y que es evidentemente el futuro (lo cual no implica que no pueda venir acompañado de una burbuja, más bien al contrario). No les dé ninguna pena no haber entrado a participar de una fiesta que les habría dado una explosiva revalorización hasta ahora, puesto que lo cierto es que estas tendencias siempre acaban a la postre dejando infinitamente más damnificados que millonarios: lo más prudente es no participar de estas fiebres especulativas como la del Bit-oro.
La comparación con la burbuja de Bitcoin deja pequeña a la burbuja inmobiliaria
Debido a lo reciente que aún se mantiene en nuestras mentes (y en nuestra socioeconomía), además de por su gran impacto, la burbuja inmobiliaria española, ésta será seguramente una de las burbujas cuya correlación con la de Bitcoin resulte más interesante para nuestros lectores. Es por ello por lo que nos hemos preguntado, ¿Cómo está siendo la burbuja de Bitcoin en relación con los precios medios de la vivienda libre en España en la época de la burbuja? La gráfica comparativa que hemos elaborado para ustedes es reveladora e ilustrativa a partes iguales, y, en todo caso, les dejará de todo menos indiferentes.
Primeramente les he elaborado un gráfico que es posible que ya hayan visto en algunos de los sitios web de la crypto-esfera. Se trata de la evolución en los últimos años del precio de Bitcoin en dólares estadounidenses, y se la incluimos hoy en este análisis para que puedan apreciar la efervescencia de esta burbuja de Bitcoin en todo su esplendor. La subida corta la respiración a los más experimentados en el mercado, pero sigue dejando con ganas de aún más fiesta a los Bitcoiners.
Tras la gráfica anterior, les traigo otra gráfica también de elaboración propia, pero que resulta mucho más original e interesante. Se trata de una gráfica comparativa entre la burbuja de Bitcoin y la burbuja inmobiliaria española. Para que la comparación sea lo más realista posible, y que las grandes diferencias en precios absolutos no nos impidan valorar ambas gráficas de manera conjunta, las gráficas están hechas en escala logarítmica.
Además, para poder apreciar la evolución de cada burbuja en términos relativos, y poder hacerlo en el período analizado en cada caso, se parte en ambas gráficas desde un valor inicial cero al inicio del periodo analizado, que se corresponde en ambos casos con los cuatro años inmediatamente anteriores al pico máximo de precios alcanzados en el apogeo de cada una de las burbujas, pico al que en la escala temporal denominamos como D. Este momento D se corresponde con el primer trimestre de 2008 en el caso de la burbuja inmobiliaria, y con la fecha actual para la de de Bitcoin. Los períodos temporales tomados como base para los datos del análisis van por trimestres antes del punto temporal D.
Como podrán apreciar al comparar ambas gráficas, resulta evidente que la burbuja de Bitcoin es mucho más explosiva y virulenta que aquella inmobiliaria sufrida en España en la primera década del siglo XXI; es más, al comparar ambas en la misma escala logarítmica, la inmobiliaria ni siquiera parece una burbuja al lado de la de Bitcoin. Y aún así, ya sabemos cómo acabó aquella terrible burbuja inmobiliaria española, así que imaginen lo que le puede quedar por delante al precio de sus Bitcoins.
Y eso que la burbuja inmobiliaria no se puede comparar con la de Bitcoin en toda su carrera alcista, puesto que los datos estadísticos disponibles para la burbuja inmobiliaria sólo se remontaban hasta 2004, con lo que hemos tenido que acotar en los mismos términos temporales los datos de Bitcoin en la gráfica comparativa. El hecho es que, en la gráfica que hemos podido elaborar, Bitcoin ya partía de un precio de alrededor de 700$, teniendo que dejar fuera de la gráfica buena parte de su subida porcentual inicial, y aún así esto no resta ni un ápice a lo tremendamente llamativo de la comparación.
Por último, por si se están ustedes preguntando sobre cómo resultaría la comparativa con otras de las burbujas más importantes de la Historia Económica, les incluiré un link a una gráfica también muy reveladora, según pueden ver en este tuit de @HayekAndKeynes. Les recomiendo efusivamente visualizar esta gráfica porque es más que ilustrativa del momento actual de Bitcoin en un contexto más general. Y el hecho es que en ese contexto general, la burbuja de Bitcoin tampoco sale muy bien parada, puesto que se sitúa en el podium en segundo lugar de entre las burbujas más agresivas de la Historia. Queda tan sólo por detrás de la famosa burbuja de los tulipanes vivida en Holanda hace unos siglos (sobre estos temas, les recomiendo encarecidamente la lectura del libro "Breve historia de la euforia financiera", del excelente economista John Kenneth Galbraith).
Si cada vez que, en una burbuja, hubiésemos hecho caso de los siempre recurrentes "esta vez es diferente", nos habríamos arruinado por el camino ya varias veces. Con lo que nos hemos ahorrado en disgustos y dinero, creo que nos sale más que rentable arriesgarnos a dejar pasar otra nueva supuesta oportunidad de enriquecimiento rápido y sin esfuerzo (¡Ay!) como Bitcoin. Eso por lo hablar de la ética personal, desarrollada tras años en el mercado, por la que para un servidor no todos los euros ganados en el mercado valen lo mismo: hay euros que personalmente para mí no valen nada, y que prefiero dejárselos a ganar a otro (sin juzgarle en absoluto por ello).
Seguro que hay hoy también algunas de esas voces Bitcoin-desaforadas que esgrimen el reiterativo argumento "burbujero" que les citaba de que "esta vez es diferente". Es innegable: sí, esta vez es diferente porque es la primera vez que sufrimos una burbuja con algo tan futurista (y de futuro) como Bitcoin. Pero realmente lo diferente no pasa mucho más allá de ahí, y tal vez el hecho de que esta burbuja esté siendo tan agresiva puede hacer que la principal diferencia estribe precisamente en su inusitada virulencia.
Manteniéndonos al margen de estas burbujeantes tendencias, puede ser que no nos hagamos ricos tampoco en esta ocasión, pero al menos nos hemos ahorrado años de penurias económicas, hasta que ha llegado ese nuevo supuesto "Dorado" inversionista que algunos ven en Bitcoin ahora mismo. Unos años durante los cuales no sé si habríamos vivido de comer ladrillos, acciones de empresas .com, o cualquier otra etérea espumita que sube y sube como la del champán, para luego desinflarse rápidamente. Y por acabar de hacer la comparativa, algunos Bitcoiners argumentan que Bitcoin no va a parar de subir (hasta el infinito y más allá) por la mera razón de que es un recurso escaso, especialmente en lo que se refiere a su diseño de un máximo insuperable de 21 millones de Bitcoins minables. Igual de escasos fueron unos pisos que "se los quitaban de las manos", o unas cabezas de tulipanes que no daban a basto para vender... Y eso no evitó que la burbuja estallase, más bien al contrario: la alimentó, exactamente igual que lo que ha podido ocurrir ahora con Bitcoin.
Para cerrar este apartado, les insisto en que este tipo de procesos siempre dejan infinitamente más damnificados que nuevos ricos: ricos, lo que se dice ricos, tan sólo quedarán unos pocos (y cobardes), puesto que estos pocos ricos que dejará Bitcoin serán los que hayan cogido primero el dinero y salido corriendo antes de que el castillo de naipes se desmorone. En todo caso, la crypto-economía ya saben que pienso que es el futuro y que ha llegado para quedarse, pero la cuestión es que a día de hoy no sabemos qué crypto-monedas formarán parte de ese futuro, y no será por falta de candidatos: hay más de 800 monedas virtuales listadas en CoinMarketCap. La verdad es que, desgraciadamente, ni aún repartiéndolo equitativamente hay futuro para tantas.
Y recordemos lo que fue aquel estallido inmobiliario por impactante, que no por inesperado
No obstante, también debemos empezar este apartado diciendo que, “por ahora”, el impacto parece mucho más acotado en el caso de la crypto-burbuja que en otros casos como el inmobiliario. La crypto-burbuja está infinitamente más confinada, y tiene sensiblemente menor riesgo de contagio generalizado a la economía de Main Street. Pero eso es sólo lo que tenemos tras ese “por ahora” tan intencionado, puesto que la crypto-economía tiene por delante un gran futuro. Y ese gran futuro nos lleva a la posibilidad de un escenario en el que la burbuja pinche una vez que la crypto-economía se haya convertido en una parte inherente a nuestro día a día. No descarten este escenario, especialmente en un contexto como el actual, en el que el ritmo de progreso tecnológico ha alcanzado cotas exponenciales, y el futuro se va haciendo presente incluso cuando todavía estamos hablando de él como un futurible.
Además Bitcoin presenta otro revelador indicador que apunta también a la tesis de la burbuja, tal y como decía el mismísimo The Economist en este reciente artículo, publicación que promete ser tan premonitoria con su artículo como acostumbra este reputado semanal, y como también un servidor les viene anticipando desde hace meses. El hecho es que actualmente en Bitcoin se está crecientemente invirtiendo con la única expectativa de tener una revaloración y con ambición meramente especulativa, lo cual es uno de los factores más definitorios de una burbuja, y que por cierto, coincide milimétricamente con la expectativa de los que entraban en la burbuja inmobiliaria "para invertir".
Y contra los que advertimos del futuro pinchazo, algunos siguen blandiendo la argumentación de que, mientras lo decimos, Bitcoin no para de subir quitándonos la razón: pues bien, no sé por qué algunos asocian burbuja únicamente con pinchazo, puesto que también forma parte de la definición de burbuja la subida precedente; de hecho, es lo que la origina. Recuerden aquello de que “los precios de los pisos nunca bajan”, y, tras una debida puesta en contexto, compárenlo con la situación actual escuchando el eco en sus cabezas de los que dicen que “Bitcoin en par de años llegará a 50.000$”. Recuerden cómo acabó la historia en 2007, y que el nexo en común con aquello es la propia naturaleza humana. Por eso tengan muy presente que tal vez algunos de ustedes estén pensando que están participando de la fiebre del Bit-oro, y desgraciadamente acaben sufriendo el zarpazo del Bit-oso: una sutil diferencia al deletrear entre dos palabras similares que puede conducir a realidades económicamente divergentes.
Tengan en cuenta que lo del zarpazo del Bit-oso cada vez más es el escenario más probable. Si Bitcoin acaba siendo el futuro como parece, no se preocupe, seguro que usted acabará teniendo Bitcoins como moneda para gastar su dinero en el momento que ese futuro acabe de llegar. Pero eso es muy distinto a comprar Bitcoins en la burbujeante situación actual pareciendo que no hay un mañana, y con la mera expectativa de hacerse rico de la noche al día sin más esfuerzo que ejecutar una orden de compra. Una vez más les recuerdo que esta crypto-burbuja es capaz convertir todos sus ahorros en una simple ristra de unos y ceros en su disco duro. Sin más. Somos perfectamente conscientes de nuestra insistencia en este tema, pero lejos de pedirles disculpas, nos limitaremos a remarcarles que cumplimos con nuestra obligación ética y profesional al respecto y, en todo caso, no podrán decir ustedes que no estaban avisados.
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