Estos días hemos visto la caída espectacular de Kate Moss, una de las
top models en el mundo de la moda, como resultado de la gran publicidad recibido por su consumo de cocaína. Hasta ahora, cuatro de sus contratos multimillonarios, con H&M, Burburry, Gloria Vanderbilt y Chanel han sido cancelados y otros, como la empresa de productos cosméticos, Rimel, también están reconsiderando sus relaciones con la modelo. Golpes importantes para ella teniendo en cuenta que su contrato con Chanel le daba más de un millón de euros al año, por ser la cara de Coco Mademoiselle, Burburry le daba más de medio millón de euros al año y H&M la tenía contratada como la cara visible de la nueva colección de Stella MacCartney, un contrato que acababa de comenzar.
Esto puede estar demostrando que las empresas en este sector ahora son más sensibles a sus imágenes y a cómo son vistas en el mercado. Si sólo quisieran publicidad, siguiendo el lema que toda publicidad es buena, estarían premiándola no cancelando sus contratos. Este es un sector que ha sido criticado a lo largo de su historia por su sensacionalismo y ahora que, en su gran mayoría, está controlado por las grandes empresas, se está viendo cada vez mejor gobierno en la gestión de las marcas y de sus actividades. No obstante, el balance es muy delicado, seguir buenas normas y no crear controversias al mismo tiempo que venden imagen y sueños.
Kate Moss no se debe preocupar. Todavía hay muchas marcas y empresas que les gusta la calle, la controversia y el ruido de la prensa. Calvin Klein, Versace, Sean John, Hilfiger, FCUK, o algunas de las marcas viejas que quieren volver a la calle. Cuando las cosas se calmen un poquito, los contratos volverán.
Vía | El País y Hola