Ha muerto Rocío Jurado, y el negocio no ha tardado en surgir alrededor de su muerte. Un euro, dos claveles. Ese es el precio al que se venden las flores en los alrededores de la capilla ardiente, instalada en el centro de Madrid. La muerte siempre es negocio, y más cuando es un personaje público el que se va. La gente no dudará en dar un euro por dos clavelillos para poder dejarlos junto al féretro. Y el vendedor, más contento que unas castañuelas (aunque no pueda demostrarlo para no desentonar, claro).
Muchos serán los que se acerquen al sitio con intención de obtener beneficio. Vendedores de recuerdos, de refrescos, de flores, de... pero éste es sólo el menudeo. A lo largo de los próximos días (de hecho, ya llevamos con ellos varias semanas) asistiremos a programas de televisión que serán monográficos sobre la vida y obra de la artista chipionera (y que venderán la publicidad a precio de oro, ya que estos programas tendrán audiencias aseguradísimas), además de la próxima (¿alguien quiere apostar por lo contrario?) reedición de sus discos, grandes éxitos, películas, conciertos, giras, biografías... supongo que no tardarán en salir las ediciones especiales de las revistas del corazón (con el material preparado de antemano, cómo no).
En fin, un gran negocio. Me produce tristeza, pero supongo que "no es nada personal, sólo negocios", ya lo hemos visto en otras ocasiones y así seguirá hasta el final de los tiempos.