Morir por encima de sus posibilidades

Hay veces que uno no tiene ganas más que de morirse. Ahora bien cabe preguntarse si muchos mueren por encima de sus posibilidades, si se pueden permitir el cruzar al otro lado así ligeramente. Una serie de noticias parece indicarnos que la cosa no es tan sencilla, ni para ellos ni para aquellos que les sobreviven.

Solamente el entierro parece ser que supera los 3.500 euros de media. Y aún no hemos entrado en el tema de costes administrativos (escrituras notariales, comisiones bancarias, etc...), fiscales (Impuestos de Sucesiones, plusvalías municipales, etc), y de todo tipo que se generan a continuación. Así que no es de extrañar que se produzcan en España una serie de situaciones curiosas.

Olvídate de donar tu cuerpo a la ciencia

Loquillo acababa cantando en Vencidos que ya donó su corazón a la ciencia. Pues bien eso está dejando de ser posible. Hoy por hoy existe una sobre-oferta total de cadáveres. Ya en el 2010 se notaba un fuerte incremento de los que optaban por donar su cuerpo a las Facultades de Medicina y se adivinaba que iba a haber problemas en dicho sentido.

Efectivamente así ocurre por ejemplo en el País Vasco, donde el Bosque de la Vida que alberga las cenizas de los cuerpos donados a la Facultad de Medicina ha colgado el cartel de completo, respetando eso si a los 2.000 donantes registrados en lista de espera.

En Granada, en cambio, ni siquiera respetan esos "derechos adquiridos", y no admiten a los donantes registrados, siendo quizás el caso más complicado de toda Andalucía.

Me pregunto que pensarían de todo esto qué pensarían de todo esto los ladrones de cadáveres que en el siglo XIX hacían su agosto surtiendo de muertos a los investigadores médicos.

Pasando de ser heredero

Otro fenómeno relacionado con la muerte y la crisis es el fortísimo incremento de las renuncias a las herencias. Recordemos que ser heredero supone recibir los bienes y las deudas, y más de uno se huele o sabe a ciencia cierta que las últimas superan las primeras, por lo que no es extraño el caso de las renuncias.

Habrá quien diga que siempre cabrá aceptarla a beneficio de inventario, es decir, aquel supuesto en que el heredero manifiesta que la acepta pero dejando bien claro que limita su responsabilidad por deudas al valor de los bienes recibidos. Pero si tenemos en cuenta que gestionar este tipo de patrimonios hereditarios tiene su aquel para poder mantener dicho beneficio, muchos optan directamente por evitarlo. Aunque esa facultad se encuentra con una limitación legal.

Conviene recordar que a nuestro Derecho le molesta la llamada renuncia en perjuicio de acreedores, es decir, la renuncia de aquel heredero a unos bienes ya que es consciente de que con esos bienes va a tener que hacer frente a acreedores ya no del difunto si no suyos, por lo que muchas veces prefiere ejercer una suerte de "pasapalabra" y que corra el turno (frecuentemente a un tercero vinculado familiarmente a él que ejercería de testaferro). Pues bien, los acreedores, con determinadas limitaciones, pueden solicitar al juez que les autorice a aceptar la herencia en nombre de ese heredero que es deudor suyo.

La crisis alarga la longevidad más que yogurt búlgaro

Ya lo comentábamos en el 2011 en relación con una noticia venida de Grecia, y es que nada como una buena crisis para que a la gente le entren ganas de vivir, de no morirse y de seguir cobrando jugosas pensiones.

Evidentemente en España ese cariño por nuestros mayores también forma parte de nuestra cultura mediterránea, tanto que algunos les cuesta hacerse a la idea de que su familiar o conocido ha fallecido y siguen honrándole cobrando su pensión.

Vamos, que la pensión es un Bálsamo de Fierabrás tremendo.

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