El rescate a Long-Term Capital Management en 1998 le está jugando una mala pasada a las actuales decisiones de la Fed. Si hace diez años se hubiesen aplicado políticas de transparencia financiera la situación actual no tendría los niveles de colapso que hacen temer lo peor. La impresión de dólares y la falta de liquidez gravitante han hecho dar una vuelta de campana a todas las decisiones económicas. Ahora no importan los déficit; no importan las devaluaciones; no importan los precios. Habrá deflación, y después inflación. Se sabe el qué pero se desconoce el cómo y el cuando. Lo peor, por cierto, será el desempleo.
El rescate a LTCM dejó al descubierto una serie de operaciones fraudulentas y estafas desarrolladas por la vía de los derivados financieros. Así y todo, ni la Fed ni el Tesoro tomaron cartas en el asunto y ordenaron una supervisión responsable de las finanzas. Con esto, los acreedores llegaron a creer que sus préstamos a las instituciones financieras siempre serían garantizados por la Fed y el gobierno. Y si se producía una crisis, tenían el auxilio inmediato, el paño de lágrimas donde ir a pedir dinero. Reforzados por este sentimiento de seguridad, los préstamos dudosos y las operaciones delictivas, se multiplicaron.
Estos préstamos irresponsables y la deficiente gestión de las empresas aseguradoras de riesgo (a los ejecutivos se les pagaba por la cantidad, no por la calidad de las operaciones), han llevado al mundo a este estado de locura donde prima la desconfianza y el desorden. Y como las empresas se acostumbraron a trabajar en el lado oscuro, ya nadie les cree.
El caso de LTCM resulta emblemático. Ahora se ve como algo sencillo (1.170 millones de dólares en pérdidas), al compararlo con las magnitudes de los rescates actuales (990.000 millones de dólares, y otros 1.500.000 millones que aún están en aguas turbias). Por eso, aquel fue el momento en que se debió enviar una señal de advertencia de que los créditos incobrables significarían pérdidas y que ni la Reserva Federal ni el Tesoro saldrían a cubrirlas. Esperemos que los avances que se están realizando en cuanto a la necesidad de un concenso para la creación de normas internacionales de contabilidad bancaria que permitan un correcto funcionamiento se cumplan cabalmente. Y que todas las empresas financieras se basen en ellas.
Si la Fed no hubiese rescatado a LTCM, lo más probable es que un consorcio privado lo hubiese adquirido. Eso es lo que está ocurriendo hoy con IndyMac Bancorp, cuyo paso a la propiedad de Deutsche Bank y Barclays Capital puede sellarse esta semana. El acuerdo está en las etapas finales y sería el primero de los incendios que logran controlarse bajo las nuevas medidas. IndyMac naufragó en junio y fue seguido rápidamente por las quiebras de Wachovia y Washigton Mutual.
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