La de todos los años se acerca. Se aproxima a toda velocidad. Que ya está aquí, vaya. Luces por las calles, castañas calentitas, supermercados rebosantes y...¡A gastar! En fin, nada más lejos de mi intención que hacer un alegato anti-consumista o enmendarle la plana a nadie, que en estas fechas yo gasto, si no como el que más, al menos como todo el mundo. Pero lo que si hago es planificar bastante a fondo estos gastos, ya que la vorágine navideña puede acabar con la economía del más pintado, y luego vienen las cuestas de enero, la visa en estado de shock y los créditos al consumo.
¿Cómo planificar económicamente las Navidades? El primer consejo sería empezando ya, que váis tarde. No solamente a planificar, sino a realizar las compras, ya que ahora mismo tenéis tres ventajas fundamentales: los centros comerciales no están tan colapsados como cuando se acerquen las fechas clave, hay stock de prácticamente todo (los juguetes y alimentos estrella pueden escasear dentro de poco) e incluso algunos productos son ligeramente más baratos ahora que en las vísperas.
Lo segundo y fundamental es contar con un detallado presupuesto personal, una herramienta que considero fundamental hasta el punto de que me sorprende cada vez que alguien me dice que no lleva un control mensual de lo que gasta y lo que ingresa, con proyecciones de futuro. Y es que si no tenemos un plan, posiblemente acabemos formando parte del plan de otro, en este caso del de los grandes almacenes.
Prespuesto en mano, llega el momento de decidir cuánto podemos gastarnos en las Navidades y dividir el montante total en categorías. Las categorías de gasto pueden ser varias, y deberían incluir todos los extras que se contemplan en estas fechas: turrones y dulces, adornos navideños, cenas y comidas especiales, regalos, viajes...
Una vez dividido el montante, podemos crear subdivisiones. Por ejemplo, en los regalos podríamos repartir el total asignado entre Navidad y Reyes, y posteriormente dividir cada una de esas cantidades en presupuestos individuales para cada uno de los agasajados.
Finalmente, llega la parte más complicada de todas: ¡No pasarse del presupuesto! Yo todos los años me acabo pasando, pero no más de un diez o un veinte por ciento de lo presupuestado, que creo que es mucho menos de lo que ocurriría si doy rienda suelta a la visa. Así que adelante, a disfrutar de las fiestas pero vigilando el bolsillo.
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