Si Arabia es atacada económicamente, no dudará en usar su arma más letal

Arabia es un país autoritario, y éste es un punto sobre el que ya se disponía de abundantes indicios desde hace tiempo, al menos los suficientes como para no sorprenderse ahora por los recientes acontecimientos a los que hemos asistido con el caso del asesinato del periodista Jamal Khashoggi, tan públicamente crítico desde sus artículos con el régimen del reino wahabita.

Tras el incendio en las relaciones internacionales de Arabia Saudita provocado con este morboso serial por entregas, en el que cada nueva versión desmiente a la anterior, bastantes países desarrollados se plantean sancionar de alguna manera al país de la península arabiga por su papel en todo este turbio (y sangriento) asunto. Pero las cosas no son tan sencillas, y lo cierto es que Arabia dispone de una importante arma estratégica con la que infligiría a sus atacantes mucho más daño económico que el que ella puede llegar a padecer.

El asesinato que ha mostrado al mundo hasta qué extremos puede llegar un estado autoritario

No vamos a informarles hoy sobre una noticia de la que últimamente ha sido casi tan difícil deshacerse como del culebrón catalán. Para los pocos que sorprendentemente no hayan sabido del macabro asesinato, simplemente les resumiremos que el periodista saudí Khashoggi fue salvajemente asesinado al necesitar un trámite porque pretendía volver a casarse con su nueva pareja, para lo cual acudió al consulado árabe en Estambul. Allí le dieron cita para unos días más tarde, plazo en el que acudió de nuevo al consulado acompañado por su pareja, que le esperó afuera guardando su teléfono móvil, aunque posterioremente ha quedado mayormente descartado que se mantuviese grabando y conectado al reloj inteligente que el periodista llevó puesto dentro del edificio. Pero las grabaciones del asesinato existen, si bien su origen no está nada claro, y es uno de los grandes interrogantes de este sombrío caso.

Khashoggi no llegó a salir ya del complejo diplomático saudí. La hipótesis del asesinato siempre ha sido más bien una certeza para unas autoridades turcas que disponen de información y supuestas grabaciones que van siendo desveladas por entregas, poniendo en aprietos al régimen de Arabia y obligándole a desdecirse contínuamente con cada nueva versión con la que se va justificando. Hasta el momento de escribir este artículo, ya se sabía que el periodista había sido macabramente asesinado por un numeroso equipo de árabes venidos desde la propia Arabia Saudí de exprofeso para la sangrienta ocasión, y entre los cuales había incluso algún médico forense. Posteriormente a su asesinato y minucioso demembramiento, el periodista habría sido disuelto en ácido para deshacerse del cadáver sin dejar rastros biológicos.

Pero éste no es un conflicto meramente democrático, ni político interno árabe, ni tan siquiera de mera política internacional... Éste acaba siendo un conflicto con importantes derivadas económicas, tanto dentro como fuera del país wahabita. Puede parecerles a algunos que aquí el tema va de libertad de prensa, de defender los derechos humanos, etc., pero lo cierto todo este turbio asunto tiene o va a acabar teniendo un trasfondo fuertemente económico, y que justifica buena parte de las posiciones que los diferentes países del mundo están adoptando conforme lo innegable se va volviendo evidente, a fuerza de nuevas revelaciones desde Ankara.

Y no sólo el terremoto socioeconómico afecta a las relaciones de Arabia Saudita con otros países, incluso dentro de países terceros estamos asistiendo a movimientos políticos que antes nunca habrían parecido posibles. De hecho, en España por ejemplo, hemos asistido a ver cómo el partido Podemos se ha visto forzado a raíz de sus críticas a los árabes a reclamar también derechos humanos para Venezuela, país al que muy raramente hasta el momento (por no decir nunca) censuraban sus acciones represivas sobre la población y sobre la oposición.

Un nuevo campo de batalla socioeconómica se abre ante nuestros ojos, ¿Quién puede perder y quién ganar con ello?

En el plano internacional y más socioeconómico, el imprevisto golpe que ha sufrido el tablero del ajedrez mundial ha movido bruscamente muchas fichas, y está ocasionando curiosos y oportunistas movimientos, que pueden modificar para siempre el equilibrio de poderes e influencias sobre la siempre estratégica zona de Oriente Medio (estratégica mientras el oro negro siga siendo tal, claro está). De hecho, el presidente Putin desde Rusia mantiene una expectante actitud de esperar y ver, que puede ser reveladoramente indicativa de que estaría buscando cómo aprovecharse de una posible enemistad de Occidente para con el reino wahabita, y así poder pasar a ocupar un lugar de influencia protagonista al que Rusia siempre ha aspirado en cualquier terreno geoestratégico mundial: la península arabiga lo es por méritos de prospección.

Pero si la escalada de la tensión diplomática acaba con la imposición de sanciones económicas, dado el carácter autoritario de Arabia Saudita, es muy probable que podamos asistir al inicio de un conflicto económico (sí, otro), al degenerar las sanciones en una espiral de agresión-respuesta entre el país wahabita y parte de la comunidad internacional. En ese escenario, asistiríamos a un pulso entre Arabia Saudí y otros países, posible y principalmente con EEUU y Europa a la cabeza. Pero, en ese caso, ¿Quién podría aguantar más el pulso?, ¿Un país que ve secarse parte de sus flujos financieros o uno que agota sus reservas estratégicas de petróleo y entra en desabastecimiento energético?

Resulta obvio que el impacto de este posible conflicto socioeconómico sería asimetricamente selectivo. Con este "selectivo" queremos sintetizar cómo Arabia Saudita puede ir eligiendo selectivamente uno por uno sobre quién va ejecutando en cada momento una represalia y deja de exportale crudo, asumiendo un riesgo financiero que puede acotar y con el que dimensionar el volumen del embargo que previsiblemente va a sufrir por parte del objetivo elegido.

Es decir, Arabia puede concluir que puede soportar financieramente prescindir por ejemplo de un 15% de sus exportaciones durante unos trimestres, y optar por dejar de exportar ese 15% que exporta a posibles enemigos en el nuevo conflicto económico. En toda esta estrategia de guerra petrolífera es un factor determinante que en el caso de Arabia Saudita todo el sector petrolífero nacional se encuentra bajo una única batuta centralizada: la todopoderosa y estatal Aramco.

Pero con el "asimétricamente" anterior, queremos mostrar cómo, sin embargo, para EEUU o Europa prescindir de esas importaciones desde Arabia son una terrible noticia, que someterá sus reservas estratratégicas a un estrés inasumible, entrando incluso en ver materializarse el riesgo cierto de un desabastecimiento energético. Ello por no hablar de la doble pinza que Arabia tiene cogida por el mango, y con la que cualquier disrupción por su parte en su suministro de crudo al mundo en general, dispararía el precio del barril en los mercados internacionales: es ésta el arma más letal en el arsenal económico del reino wahabita, y que posiblemente seamos testigos de cómo puede ser usada para doblegar al mundo libre ante el Rey mundial indiscutible del tablero energético.

Para los más jóvenes debemos hacer un pequeño inciso histórico y remarcar que, tal y como pueden leer en el enlace anterior, en la crisis energética de 1973, el mundo asistió atónito a cómo aquel embargo petrolífero catapultó el precio del barril de crudo hasta cuadruplicarlo en tan sólo seis meses. Ello desencadenaó una grave crisis económica generalizada a nivel global. Algunos analistas del sector se atreven a poner cota a la posible escalada meteórica que veríamos en el barril de crudo, y que dicen que el precio del oro negro podría llegar a los 200$/barril o incluso hasta los 400$.

Más allá del petróleo y los flujos financieros, el verdadero tema va de quién es más dependiente del otro

Y que conste que hoy no me he pronunciado sobre cómo debe reaccionar Occidente ante el execrable escándalo del asesinato de Khashoggi, sino que me he limitado a analizarles cómo puede desembocar la situación si, como todo apunta según el reciente desarrollo de los acontecimientos, Occidente decide imponer una batería de sanciones o medidas similares, que muy probablemente acabarían por traer entre otras cosas su retirada económica (total o parcial) de Arabia Saudita.

El tema se reduce en última instancia simplemente a que EEUU, Europa y el mercado en general sufren una inevitable dependencia energética de Arabia Saudita con consecuencias severas. Mientras tanto, Arabia Saudita ve reducida su dependencia de Occidente a una mera dependencia financiera, importante pero mucho menos rígida y reencajable para una economía, pues el sistema financiero de cualquier país es mucho más complejo, y por tanto admite un mayor grado de flexibilidad a la hora de intentar compensar variables para reequilibrarlo, tras las consecuencias de un posible conflicto socioeconómico.

Y además, no olviden que otras superpotencias, mucho menos comprometidas (o incluso contrarias) al respeto a los derechos humanos, están esperando a que Occidente dé un paso en falso y deje un hueco de influencia en Oriente Próximo, que acudirán raudas y veloces a ocupar. Vivimos en un mundo de competencia despiadada. Una competencia tanto para innovar y vender nuevos productos, como para demostrar que se está más dispuesto que los demás a hacer la vista gorda ante cuantas salvajadas sea necesario, a cambio de ganar influencia, poder y... En ultima instancia: dinero.

Como decía la famosa canción "Money" de Pink Floyd "No cojas ni un solo trozo de mi pastel. Dinero. Según dicen es el origen de todo el mal de hoy". Tal vez yo mismo no esté totalmente de acuerdo con la canción de Roger Waters, y quizás el dinero no sea el origen absolutamente de todos los males del mundo, sino que es sólo un medio en manos de personas. Pero lo que es indiscutible es que al lado más oscuro (también al que lo es en derechos humanos) siempre siempre siempre le pirra el dinero, y actúa en consecuencia. El problema aquí ya es que hay una parte importante del capitalismo, con gran capacidad de influencia en el sistema, que no se basa en un régimen de libertades. Es ese "dictapitalismo" el que ahora hace valer su naturaleza y peso específico, aún cuando otros están defendiendo una causa justa. ¿Justicia? ¿Qué es eso en el mundo de la postverdad?

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