Seguramente hace tiempo que lees sobre el pinchazo de la burbuja China. Seguramente pienses que China lleva demasiado tiempo en boca de algunos de nosotros sin acabar de confirmar nuestros augurios. Seguramente te sientes tentado a pensar que la realidad es tozuda y una y otra vez nos demuestra a ciertos analistas que parece que estamos equivocados. Pero tal vez no te hayas planteado que hay pinchazos instantáneos, pinchazos rápidos, pinchazos lentos, y pinchazos que se hacen eternos. El caso de China no necesita presentación ni catalogación, y en este análisis veremos sus porqués.
En lo que deben fijarse ustedes no es tanto en los plazos, que un servidor no suele aportar por reconocer abiertamente la imposibilidad personal de ejercer como quiromante al respecto, sino más bien en las razones, que en el caso chino indudablemente siguen estando ahí de telón de fondo de una obra que tendrá un final dramático. Y a estas preocupantes señales que presenta China se ha añadido en los últimos meses un nuevo y significativo mal para este paciente en el que los síntomas han dado paso a la enfermedad. Es un mal típico de fases terminales, y por el que Europa ya ha pasado (y está todavía pasando).
El porqué de que China no acabe de pinchar
A un servidor, que lleva desde hace algunos años predicando sobre el pinchazo de la colosal burbuja china como pueden leer en este artículo, no le sorprende en absoluto la lentitud con la que está teniendo lugar el tan cacareado aterrizaje brusco del dragón asiático por antonomasia.
En primer lugar recuerden que la propia definición de una burbuja es que no para de subir hasta que empieza a bajar, y cuanto más se hace de rogar la caída, más dura será ésta. Pero el principal motivo por el que el caso chino no me extraña, ni me hace retractarme de mis argumentos, es que una economía totalmente estatalizada como la China soporta un alto grado de intervención estatal en todos los aspectos de sus mercados. No obstante, al contrario de los que suelen creer los detentores de poder cuasi-absoluto sobre sus ciudadanos, aunque este tipo de economías suelen sufrir una larga letanía por las sucesivas acciones intervencionistas de sus gobiernos, al final, como ocurre siempre con los desequilibrios, acaban pinchando como todos.
Como muestra de este esquema del gato y el ratón, me permito recordarles que, cuando las tensiones llegaron a disparar dramática y repetidamente los tipos en el mercado interbancario chino a finales de 2014 y principios de 2015, llegó papá estado de ojos rasgados y apagó el fuego a base de caudalosos mangerazos de liquidez. Pueden observar perfectamente las bruscas idas y venidas del tipo interbancario si seleccionan el rango temporal que va desde Octubre de 2014 a Febrero de 2015 en este gráfico. Y en aquella ocasión la solución que encontraron las autoridades chinas efectivamente vino una vez más de la mano de la intervención. Pero ante los repetidos problemas a lo largo de los últimos años, China ha optado por añadir además la sobrerregulación como pueden leer en esta noticia, estableciendo limitaciones a entidades extranjeras.
A pesar de ello obviamente el barco acabó teniendo otra via de agua por otro sitio a principios de 2016, llegando el tipo nocturno del interbancario a tres meses al noqueante 66,82% como también pueden leer en el mismo link anterior. No puedo negarles que la alta volatilidad habitual que impone la nocturnidad (y por tanto estrechez) de este índice resta relevancia a la subida anterior, pero tampoco pueden negarme que casi un 70% supone una cifra totalmente desorbitada que traspasa todas las líneas rojas, incluso para un índice nocturno con un mercado sensiblemente más estrecho y, por lo tanto, sujeto a una volatilidad más acusada.
En economía toda fiesta tiene su fin, y todo exceso se acaba pagando
No olviden que este dragón tiene siete cabezas, y apagando fuegos a base de intervencionismo puede que momentáneamente acaben con una de sus lenguas de fuego, pero las llamaradas del conjunto siguen sin apagarse. La burbuja china no duden que acabará pinchando, como todas, y cuanto más tarde en llegar su pinchazo, más dura será la caída. No hay más. De hecho, en los últimos tiempos, un servidor que alerta desde hace tiempo de cuál iba a ser el final de esta película (que no el cuándo), ha visto a la "oposición" pasar sucesivamente por las fases de tacharnos a los chino-agnósticos primero de locos, después de incultos económicos, tras ello de incrédulos en el sistema, entonces de agoreros, para pasar a ser cenizos, y últimamente hasta nos han llegado a dedicar algún calificativo como "visionario". En ese punto estamos ya hoy en día: en el que casi todo el mundo reconoce que los chinos van a pinchar, y la única discusión abierta suele ser ahora el cuándo y si será un soft-landing o un hard-landing.
Si aparte de analizar objetivamente, para ustedes de mojarse se trata, aún a riesgo de equivocarme, les complaceré con mi irrelevante opinión personal: China tendrá un hard-landing, y posiblemene igual de duro o más que el del Japón de finales de los años 80. Es sin duda una predicción con notas subjetivas, pero no infundadas, puesto que no tienen más que juzgar por ustedes mismos las escandalosas cifras del endeudamiento chino. Y como advertencia, que no refuerzo, les demuestro que no estoy solo en esta comparación con este link a la noticia publicada al respecto por Marketwatch, perteneciente al grupo mediático del diario Wall Street Journal.
Una terrible trampa económica en China con regusto occidental
Gráfico publicado originalmente en esta noticia por Kana Nishizawa en Bloomberg
Pero en la presentación que les hago del argumentario de un servidor, no nos vamos a quedar aquí tan fácil y superficialmente. Hay más indicios chinos realmente preocupantes que les pueden ayudar a formarse una opinión, similar o no a la del que suscribe, pero en todo caso bien informada, punto al que nos encanta contribuir modestamente desde El Blog Salmón. Uno de esos síntomas adicionales realmente significativo es el hecho de que China está cayendo en problemas de falta de inversión mientras muchos de sus agentes económicos están nadando en la abundancia de liquidez. Esta situación perversa inevitablemente recuerda a la que venimos viviendo en Occidente desde hace unos pocos años, y sobre ella pueden leer en esta noticia de Bloomberg.
Efectivamente, las empresas chinas tienen en conjunto más dinero que nunca antes para invertir, sólo que las perspectivas (ya constatadas) de un debilitamieno progresivo del crecimiento del dragón chino les quitan las ganas de hacerlo. Y, al igual que ocurrió en Occidente, esta situación está metiendo a China en un círculo vicioso que trae de cabeza a sus dirigentes y políticos, que también han dado con el fatuo remedio, que no solución, de insuflar dinero en el sistema financiero al igual que hicieron la FED, el BCE, y otros. Y digo "que no solución" porque, al igual que aquí hemos sufrido en nuestras propias carnes, el dinero es cobarde, y cuando no hay perspectivas favorables para los negocios, acude al clásico "cash is king", y prefiere atesorar liquidez por lo que pueda venir, en vez de arriesgar el capital inviriténdolo.
El porqué del exceso de liquidez en China
El porqué está ocurriendo esto en China ahora tiene varias vertientes, alguna de las cuales nos podemos detener a analizar. La primera es esa naturaleza humana, de la que también son inevitablemente partícipes los inversores, sean chinos o europeos, de correr con ambición tras los precios en la cresta de la ola, para después salir despavoridos presa del pánico en el fondo del valle. China está ya en pleno descenso camino del fondo del valle, y el miedo de los decision-makers que atesoran su liquidez es más que latente. La segunda tiene que ver con los ciclos económicos, que como saben, salvando las distancias, presentan una evidente similitud entre difentes países y momentos de la Historia. Y digo "salvando las distancias" porque en cada economía se conjugan distintos factores externos e internos que sitúan a cada país en una fase distinta del ciclo económico en cada momento. Las cifras macroecónomicas chinas ya muestran con claridad desde hace meses que la fase en la que están en su ciclo económico está cambiando.
Como ustedes saben, la presente crisis ha llegado con retraso a los BRICs, y en general a todos los países en vías de desarrollo, que generalmente no notaron en sus indicadores nacionales las devastadoras consecuencias de esta terrible crisis hasta bien pasados unos años. A este retraso sin duda ha contribuído su mayor dependencia de unas materias primas que inicalmente sirvieron de refugio, y hacia donde se dirigieron despavoridas parte de las masivas inyecciones de liquidez que en su momento hicieron los primeros bancos centrales que tomaron medidas ultra-expansivas a la desesperada. A la par, y tomando como excusa la aparente inmunidad de estas economías ante una crisis que se originó en Occidente, otra parte de estas inyecciones de liquidez se dirigió también hacia el mercado de bonos soberanos de estos países, en busca de una rentabilidad que la burbuja de bonos occidentales ya no era capaz de remunerar, provocando otras tantas burbujas que no hicieron sino empeorar el ya incierto futuro de estos países ante la debacle que se avecinaba.
Y una tercera vertiente que me gustaría comentar con ustedes aquí es la de la globalización. Abriendo (con muchas reservas y limitaciones al respecto) su economía al mundo, atrayendo inversión a raudales, consiguiendo importar producción a sus plantas nacionales para convertirse en la nueva fábrica del mundo, haciendo todo esto a la par que mantenía un férreo control de su divisa con el cual se pensó que iba a ser eternamente competitiva, China pensó que iba a poder conseguir disfrutar de las mieles del capitalismo, sin reparar que también estaba compartiendo sus riesgos y sus mismos males.
El contagio económico es un factor que hoy en día todo analista e inversor tiene en cuenta en todos los rincones del planeta, pero además del contagio económico, la globalización también ha traído el contagio psicológico. No sólo se propaga la infección por los flujos de capitales internacionales y por la fuerte interrelación entre las economías de la aldea global, sino que, en un mundo en el que internet permite el acceso a cualquiera a las fuentes de noticias y a las opiniones de los analistas económicos internacionales, las opiniones, el sentimiento inversor, y los pánicos se propagan saltando de frontera en frontera con más facilidad que en ningún otro momento de la Historia de la humanidad.
Esto ocurre en China a pesar del férreo control que las autoridades chinas ejercen sobre la información disponible para el grueso de su población. Tomen nota: "El grueso". No duden de que las élites chinas, y los dirigentes que tienen capacidad de decisión sobre esa inmensa liquidez del país, están puntualmente informados por medios occidentales, a los cuales tienen acceso como mínimo cada vez que salen del país en uno de sus innumerables viajes de negocios.
Finalizaré este post pidiéndoles por favor que, si desgraciadamente para todos el futuro nos acaba dando razón a los que venimos advirtiendo del gran peligro que supone China para la economía mundial, no me tachen de cenizo, y menos de visonario: con que me traten de realista y objetivo me vale, al menos ésa es siempre mi intención para con ustedes. En todo caso, les recozco que es normal que algunos de ustedes se sientan tentados a pensar que seguramente este asunto de China es sólo como el cuento de que viene el lobo. Permítanme advertirles de que, a pesar de las reiteradas y (por ahora parcialmente) fallidas llamadas ante el peligro, al lobo le hemos visto ya las orejas en varias ocasiones, lo que pasa es que el jardinero sube la altura del seto para que dejen de asomarle por encima. Y tengan presente que el lobo en el cuento siempre acaba viniendo.
Imágenes | Pixabay Unsplash | Pixabay geralt | Pixabay Meli1670 | Pixabay Alexas_Fotos | Pixabay JanDyrda