Cuando hablamos de las grandes potencias económicas mundiales, es habitual que lo hagamos de Japón, de Estados Unidos y de China. En menor medida de otros países como Alemania, Reino Unido, Francia, Brasil o incluso India, pero en cambio no lo solemos hacer sobre Rusia, a pesar de ser el país más extenso del mundo y el noveno en población.
Con la crisis de Crimea (y su anexión de facto a la Federación Rusa) se ha empezado a hablar de Rusia. Es cierto que es una de las principales potencias militares del mundo, pero su PIB está muy lejos de ser equivalente. En realidad su economía es en términos de PIB equivalente a la Italiana en términos nominales, lo que la coloca en un respetable octavo lugar, pero la sexta en términos de paridad del poder adquisitivo (lo que la sitúa entre Alemania y Brasil).
La economía rusa no parece muy mala si echamos un vistazo por encima a sus finanzas. La deuda pública es inferior al 8% del PIB, mientras que la tasa de desempleo es inferior al 6%. El 11% de la población se encuentra por debajo de la línea de pobreza relativa, pero en España esa cifra se situaría en el 21%. ¿Son las cifras tan buenas como las vemos?
Un poco de historia
En 1991 se desintegra la URSS, quedándose la Federación Rusa como parte principal. No se trata sólo de la transición (bastante caótica y compleja) del comunismo al capitalismo, sino de que la integración entre las distintas repúblicas que se había conseguido a golpe de plan quinquenal obliga a reorganizar el tejido productivo.
En este contexto hay que repartir el capital, que se hace en muchas ocasiones mediante amiguetes y corrupción. Es posible que el director de una fábrica se convierta en el dueño de la misma, mientras que se fusiones con otra serie de empresas. De repente en un país se introduce el libre mercado, se reparten las empresas, se sufren caídas en el PIB e hiperinflación, aparte de una crisis financiera. No es de extrañar que los rusos voten a Putin, cuyo gobierno ha conseguido estabilizar las cosas y crecimiento económico.
Materias primas
La historia de Rusia de los últimos doscientos años ha estado marcada por los vastos recursos naturales que posee y de cómo explotarlos y exportarlos. La película Dersu Uzala de Kurosawa nos muestra como se estaba cartografiando el país a principios del s XX y las guerras en Afganistán como se intentó conseguir la salida al índico.
Rusia tiene la octava mayor reserva de petróleo del mundo, y podría tener más si al derretirse el antártico ártico se encontraran reservas inaccesibles hasta ahora. Además es el principal exportador mundial de gas natural del mundo, siendo Europa central y occidental su principal cliente. La empresa semipública rusa del gas (Gazprom) es probablemente la marca rusa más conocida en el exterior. Hay ciudades en Rusia que han prosperado o salido de la nada sólo por su especialización en la extracción de dichos recursos naturales.
Otras exportaciones procedentes de la minería son el oro y los diamantes. Por otro lado tenemos la industria forestal, con miles de kilómetros cuadrados de bosque.
Industria cada vez menos obsoleta
Con la llegada del capitalismo y el libre mercado, buena parte de la industria rusa se encontró con la necesidad de competir con el exterior. Inesperadamente productos que se vendían bien encontraban competidores importados de mayor calidad y a mejor precio. La industria rusa todavía no se ha llegado a recuperar del todo. Pero poco a poco empieza a hacerse su hueco en la economía global.
El modelo económico ruso se empieza a fijar en el éxito chino de las joint ventures entre empresas internacionales y rusas. Un ejemplo podría ser el de AvtoVAZ, más conocido como Lada, que como y comentamos se ha convertido en una joint venture entre Renault (al que se le dan bastante bien este tipo de acuerdos) y capital ruso.
Rusia heredó de la Unión Soviética un sistema educativo con buenas universidades y una población educada, eso le pone en un lugar bueno para desarrollar a bajo coste servicios tecnológicos o apoyarse en la industria aeroespacial desarrollada en la época de la URSS.
Desigualdad
El desarrollo económico ruso es quizás uno de los más desiguales del mundo. Mientras que Moscú o San Petersburgo coleccionan millonarios y se posicionan entre las ciudades más caras, los pobres de estas ciudades sufren precios altos y un clima muy duro, con pocas oportunidades y una clase media inexistente. Pero si hemos comentado que hay ciudades que triunfan en el medio de la nada gracias a las materias primas, otras que no disponen de esta suerte y languidecen abandonadas.
No obstante, el índice de Gini de Rusia es de 42, inferior al estadounidense (de 45), aunque superior al de la UE (30). Es decir, existe una fuerte desigualdad, pero la vemos más por la renta del país que por el índice del mismo.
Posiblemente la economía Rusa no es la mejor del mundo, a pesar de ser uno de los países integrantes del acrónimo de moda BRIC (Brasil, Rusia, India y China), pero si la vemos en detalle no es tan mala como muchas veces aparece en TV. Es posible que no nos estemos dando cuenta del potencial del gigante vecino. Muy probablemente los líderes sí se han dado cuenta, y por eso tal vez las sanciones económicas a Rusia tras la crisis de Crimea (como la expulsión del G8) no hayan sido muy importantes. ¿Preferimos seguir teniendo a Rusia como socio comercial? Los actos parece que así lo muestran.
En El Blog Salmón | Ucrania y el polvorín que desbordó las miserias de la troika y Declive de los petrodólares anticipa el fin de la hegemonía económica de Estados Unidos Más información | The World Factbook (CIA) y El País Imagen | Nikolay Sapronov