Es bien conocido que los impuestos mal diseñados hacen que la gente se comporte de manera absurda. Ejemplos hay muchos, desde impuestos a las viviendas por ventana que logran que la gente las tapie (y una ciudad se llene de ventanas tapiadas) hasta que en Dinamarca la gente desmonta los asientos de atrás de los coches (para pagar como si fueran vehículos industriales) con lo que el efecto deseado (menos coches para menos tráfico y menos contaminación) no se logra (al final hay más coches porque sólo tienen dos plazas). Ayer encontré en Menéame dos ejemplos muy interesantes de esto.
El primero, que en Ucrania la importación de coches está muy gravada, pero la importación de piezas no tanto. Y lo que hacen antes de importar un coche es partirlo por la mitad, para luego unirlo allí y así saltarse pagar impuestos en la aduana. Seguramente si las autoridadades ucranianas cambiaran la normativa y dijeran que para ser piezas tiene que ser más pequeño que un tamaño determinado, la gente lo cortaría más pequeño, siempre que el coste de volver a montarlo sea inferior que el precio de la aduana.
Otro ejemplo que vi ayer (y este no sé si es cierto, ya que no encuentro la fuente) es que las cámaras de fotografía sólo graban 29 minutos de vídeo, ya que si grabaran más tiempo la UE las consideraría cámaras de vídeo y tendrían una imposición superior. Me parece algo raro que haya un impuesto especial para las cámaras de vídeo, pero si esto fuera cierto no me extrañaría nada esta reacción de los fabricantes.
Estos comportamientos absurdos se producen cuando los impuestos son muy altos, ya que los costes de soslayarlos son inferiores. La conclusión es que los Estados deben diseñar bien sus impuestos y no hacerlos excesivamente altos, ya que el ingenio humanos tiende a desviarse para evitar pagar tanto, cuando el Estado debería impulsar que el talento se dedique a otras cosas más productivas.
Vía | Altfoto, Today I Learned (inglés)
En El Blog Salmón | ¿A dónde irán nuestros impuestos?
Imagen | E Castro