La guerra en Ucrania ha exacerbado el incremento de los costes de fletes y fertilizantes y ha bloqueado puertos debido a los precios más altos del combustible. Rusia y Ucrania juntas representan alrededor del 25% de las exportaciones mundiales de trigo, alrededor del 15% de las exportaciones de maíz y alrededor del 75% de las exportaciones de aceites de girasol.
Por ejemplo, el precio del trigo, un alimento básico, se ha disparado un 34% desde la invasión. A ello se suma el aumento de los insumos (por ejemplo, combustibles y fertilizantes) y los costes de transporte están ejerciendo una mayor presión sobre los precios de los alimentos. Los precios de los cereales, la carne y los aceites están en sus picos históricos, lo que evidencia una crisis alimentaria en toda regla.
El papel de Ucrania es relevante. Se trata de un importante proveedor de maíz, cebada y semillas de girasol, que se utilizan para hacer aceite de cocina, bienes que no pueden llegar a los mercados mundiales porque los puertos de Ucrania están bloqueados.
Las restricciones comerciales están siendo un catalizador en esta crisis. En marzo, Rusia, el segundo mayor exportador de trigo del mundo con una cuota de mercado del 17,5% en volumen, anunció una prohibición temporal a la exportación de trigo y otros cereales. Pequeños países como Kazajstán y Turquía han seguido el ejemplo.
A principios de junio, 22 países habían impuesto restricciones a las exportaciones de trigo, lo que representaba el 21% del comercio mundial de cereales. Estas restricciones han hecho que los precios del trigo suban un 9%, aproximadamente una séptima parte del aumento total de precios desde que comenzó la guerra.
En consecuencia de lo citado, el índice de precios de los alimentos, construido por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), un compuesto de cinco índices de precios de grupos de productos básicos, alcanzó su máximo histórico.
No todos sufren del mismo modo la tensión de los precios de los alimentos
La reducción de los ingresos reales por el aumento de los precios de la energía y los alimentos es más pronunciada para los hogares más pobres. Si nos vamos a los datos, las personas de los países en vías de desarrollo son más vulnerables a los precios más altos de los alimentos porque representan el 44% del consumo en promedio, en comparación con el 28% en las economías de mercados emergentes y el 16% en las economías avanzadas.
Las restricciones perjudican a los exportadores, pero también a los importadores. Desde el lado de las importaciones, se encuentran las economías en desarrollo de África, Asia, América Latina y Oriente Medio. Bangladesh importa el 41% del trigo que consume de la región del Mar Negro. Para la República del Congo, la cifra es del 67% y del 86% para el Líbano.
Con la situación presente, 2.300 millones de personas enfrentan dificultades moderadas o severas para obtener suficientes alimentos, y partes de la población sufren hambrunas catastróficas en partes de Etiopía, Somalia, Sudán del Sur, Yemen y Afganistán.
La crisis alimentaria irá a peor. Anteriormente, a raíz de la crisis covid, el hambre y la desnutrición en el mundo iban en aumento, con 823 millones de personas para 2021, la guerra ha llevado a 50 millones de personas más en todo el mundo al esa situación. A medida que los precios de los alimentos continúan subiendo, se espera que 19 millones de personas en todo el mundo padezcan desnutrición crónica para 2023.