La riqueza que posee el 1% más rico de la población mundial (70 millones de personas), podría superar el año que viene la que acumulan conjuntamente los más de 7.000 millones de personas restantes (el 99 por ciento de la población), de acuerdo al último informe de Oxfam Tenerlo todo y querer más. Oxfam hizo público este informe ayer lunes en vísperas de la reunión anual del Foro Económico de Davos. Este es su primer párrafo:
La riqueza mundial se concentra cada vez más en manos de una pequeña élite. Esta élite rica ha creado y mantenido su vasta fortuna gracias a las actividades que desarrollan por defender sus intereses en un puñado de sectores económicos importantes, como el financiero y el farmacéutico y de atención sanitaria. Las empresas de estos sectores destinan millones de dólares cada año a actividades de lobby dirigidas a favorecer un entorno normativo que proteja y fortalezca aún más sus intereses. La mayoría de las actividades de lobby que se llevan a cabo en Estados Unidos trata de influir sobre cuestiones presupuestarias y fiscales, es decir, sobre recursos públicos que deberían orientarse a beneficiar al conjunto de la ciudadanía, en lugar de reflejar los intereses de los poderosos lobistas.
A día de hoy, señala el informe, una de cada nueve personas carece de alimentos suficientes y más de mil millones de personas viven con menos de 1,25 dólares al día. El aumento “descontrolado” de la desigualdad está lastrando la lucha contra la pobreza a nivel mundial. “Este último año hemos visto cómo líderes mundiales de la talla de Barack Obama o Christine Lagarde han hablado sobre la necesidad de combatir la desigualdad extrema, pero aún estamos esperando que muchos de ellos prediquen con el ejemplo. Ha llegado el momento de que nuestros líderes se enfrenten a los intereses creados que impiden lograr un mundo más justo y próspero”, afirma la directora ejecutiva de la organización, Winnie Byanyima, que copresidirá este año la cita de Davos.
Una brecha que aumenta a gran velocidad
Del 52% restante de la riqueza mundial, la mayor parte (el 46%) está en manos del 20% más rico. El 80% restante de la población comparte tan solo el 5,5% de la riqueza mundial: 3,851 dólares de media por adulto, lo que equivale a 1/700 parte de la riqueza media del 1% más rico de la población mundial. Byanyima apunta:
"¿De verdad queremos vivir en un mundo en el que solo un 1% de la población posea tanta riqueza como el resto de nosotros? La magnitud de la desigualdad a nivel global es impactante y, a pesar de todos los problemas que dominan la agenda internacional, debemos tener en cuenta que la brecha entre ricos y pobres se está acrecentando a gran velocidad... Que la élite más poderosa siga actuando como hasta ahora es una opción que supone un elevado coste para el resto. Si no combatimos la desigualdad, la lucha contra la pobreza podría retroceder décadas. El aumento de la desigualdad perjudica doblemente a las personas pobres: no sólo tienen menos, sino que hay menos que repartir puesto que la desigualdad extrema frena el crecimiento mundial"
Los sectores farmacéutico-sanitario, financiero y de seguros son en los que más ha crecido el número de milmillonarios en los últimos años. El 20% de los milmillonarios tiene intereses en los sectores financiero y de seguros y vieron cómo el valor de su fortuna aumentó un 11% en los doce meses anteriores a marzo de 2014. Estos sectores son además los que más dinero invierten en labores de lobby. En 2013, emplearon 550 millones de dólares en financiar a grupos de lobbistas para influir sobre las políticas que se deciden desde Washington y Bruselas. En esta misma línea, los sectores farmacéutico y sanitario gastaron en lobby unos 500 millones de dólares y se han convertido en dos de los que más se enriquecen, puesto que la fortuna de los milmillonarios con intereses en estos campos se incrementó en un 47% en el último año.
El tema de la desigualdad se ha instalado en la agenda política durante los últimos cinco años, a medida que la recuperación económica desde el estallido de la crisis mundial en 2008 ha significado más ajustes y apretones en el nivel de vida de la gente mientras los ricos aumentan su riqueza en forma imparable. El Papa Francisco y la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, han advertido también que la creciente desigualdad dañará la economía mundial si no se controla. Este es también el tema del libro de Thomas Piketty, Capital en el siglo 21, que señala que el tema de la desigualdad puede hacer retroceder a nuestra sociedad a los albores del siglo 19.
La organización internacional ha hecho un llamamiento a los Gobiernos a adoptar un plan de siete puntos para luchar contra la desigualdad:
- Frenar la evasión y la elusión fiscal por parte de grandes empresas y los más ricos.
- Invertir en servicios públicos gratuitos y universales, como la educación o la sanidad.
- Distribuir el esfuerzo fiscal de forma justa y equitativa, trasladando la carga tributaria del trabajo y el consumo al patrimonio, el capital y las rentas
- Fijar un salario mínimo para que todos los trabajadores alcancen un nivel de vida digno
- Lograr la igualdad salarial y promover políticas económicas a favor de las mujeres
- Garantizar sistemas de protección social adecuados para las personas más pobres incluido un sistema de garantía de ingresos mínimos
- Hacer de la lucha contra la desigualdad un objetivo internacional
Este informe deja en claro que la riqueza extrema es un serio problema para el desarrollo económico y que es necesario detener el manejo del mundo que hacen las élites para defender sus propios intereses. Parte importante de la riqueza se transmite de generación en generación y las élites dedican enormes recursos y esfuerzos para que los estándares globales se diseñen a su favor. Existen cada vez más evidencias, tanto del Fondo Monetario Internacional como de otros organismos, de que la desigualdad extrema no sólo perjudica a los más pobres, sino que también erosiona el crecimiento económico y el empleo.
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