Ante esta situación, el equipo de Obama no tiene más remedio que llegar a un acuerdo en la Cámara Baja, de mayoría republicana, para que se aumente el límite de endeudamiento. Sin embargo, los republicanos exigen un reducción del gasto público para alcanzar un pacto, por lo que las posturas no se acercan y la economía estadounidense sigue jugando con fuego. Estas situaciones de tensión gustan mucho a los norteamericanos y suelen utilizarse con un arma de negociación política. No en vano, el techo de deuda suele alcanzarse en este país todos los años y ha sido elevado más de setenta veces desde 1962, lo que hace prever que esta vez vuelva a alcanzarse un nuevo acuerdo in extremis entre republicanos y demócratas que evitaría el default de la economía norteamericana.
¿Y si no hubiese acuerdo? Aunque lo más probable es que esta situación no se produzca, bien es cierto que no se trataría del primer default de la historia del país norteamericano. Sin embargo, en la coyuntura económica actual, una suspensión de pago de Estados Unidos tendría efectos catastróficos sobre la economía mundial: el dólar se desplomaría y los tipos de interés se dispararían, con el consiguiente efecto espiral que se extendería al resto del planeta causando una nueva crisis financiera aún peor que la iniciada en 2008.
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