La transición ecológica tiene un precio, pagar más por muchos productos y servicios: empezamos por la carne de vaca y los vuelos

En los medios, hace años que se viene avisando del problema: no estamos concienciados, ni gobiernos ni consumidores, pero la transición ecológica tiene un precio. A medida que pasa el tiempo, ese precio puede ser cada vez mayor, e incluso volverse inasumible.

El actual modelo lineal de economía hace que se genere un impacto enorme en relación con residuos y gases efecto invernadero. La aerolinea Lufthansa, que impondrá un aumento del coste por pasaje de entre 1 y 72 euros por cuestiones medioambientales y el impuesto de 100 € por vaca a los agricultores daneses sientan las bases de la discusión.

Frenar el cambio climático a base de impuestos

El objetivo será acelerar las medidas y acciones para reducir los efectos del cambio climático —ya hablamos de frenar o controlar los efectos, no de detenerlo y esto no es casual—, que pasan por replantear las formas de consumo, logística, transporte y extracción de materias primas.

El gran obstáculo es que solo el 36 % de los consumidores están dispuestos a pagar un pequeño aumento del precio, y solo el 10 % se plantea pagar más por un producto ético y sostenible.

Lufthansa se adelanta a los gobiernos

Lufthansa plantea un impuesto medioambiental de un máximo de 72 € por viaje, con el objetivo de reducir las emisiones y utilizar un combustible más sostenible para sus jets.

Las tasas oscilarán entre 1 euro y 72 euros según el tipo de billete y el país, afectando a los estados de la Unión Europea, el Reino Unido, Noruega y Suecia.

La regulación europea plantea la obligación de aumentar el uso de combustible sostenible (SAF) entre 2025 (2 %), 2030 (6 %) y un aumento gradual hasta el 70 % para 2050.  La aviación es responsable de un 2 % de las emisiones mundiales de forma directa, pero se considera un sector muy difícil de descarbonizar, puesto que no es fácil reemplazarlo por otro tipo de energía.

Dicho de otro modo, Lufthansa se adelanta con unas medidas medioambientales que, más pronto que tarde, el resto de las aerolíneas también van a repercutir en los usuarios.

Sin embargo, EasyJet, al menos por ahora, se ha desmarcado de este incremento en el coste para el cliente final, y señalaba que son los gobiernos quienes tienen que ofrecer incentivos a las aerolíneas.

Dinamarca ya grava las emisiones del ganado

Asimismo, poco a poco, cogen impulso otros impuestos medioambientales como gravar la huella de carbono del ganado bovino, que está teniendo una acogida variada. Por ejemplo, las voces críticas que intentan desviar hacia otros sectores y actividades contaminantes.

Sin embargo, la propia industria es consciente. Si sumas emisiones de producción, transporte y procesamiento, el sector ganadero es responsable de más del 80 % de las emisiones GEI agrícolas y, de forma directa, del 18 % de las emisiones de forma directa. En otras palabras, la carne para todos es un lujo difícil de sostener.

Por esta razón, Dinamarca se plantea introducir una tasa de 672 coronas (96 dólares) para el ganado antes de 2035. ¿El objetivo de esta medida? Utilizar los impuestos para reforestar, crear zonas de humedales (para ayudar a los objetivos de la nación contra el cambio climático) y, en definitiva, transformar los campos daneses.

El país es uno de los mayores exportador de lácteos y carne de cerdo, y la agricultura es su principal fuente de emisiones. Por lo tanto, pese a las quejas de los agricultores europeos por los impuestos a su actividad de los últimos meses, el gobierno y los principales partidos han decidido establecer un impuesto de 300 coronas (43 dólares) por tonelada de dióxido de carbono equivalente, para 2030. Esta tasa aumentará hasta las 750 coronas (108 dólares) en 2035, pero admitirá una reducción de un 60 % sobre la renta, por lo que el costo real por tonelada comenzará en 120 coronas (16,09 euros) y aumentará a 300 coronas (40,22 euros) para 2035.

Cambio de hábitos, si te tocan el bolsillo

Todo indica que el camino que acogerá Europa es este.

En la misma línea, Europa aprobó a finales de 2023 un impuesto sobre el carbono de los productos importados, que podría acabar siendo una de las políticas medioambientales más importantes de la historia. El porqué lo encontramos en su efecto en cadena, que puede hacer que las industrias de altas emisiones empiecen a "limpiar su producción".

Quizá no todo el mundo está dispuesto a cambiar sus hábitos frente a los efectos del cambio climático, pero, como suele ocurrir con estas cuestiones, el cambio estructural ya está aquí, y parece evidente que afectará a lo que comemos, consumimos y a dónde viajamos.

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