El caso es que según la memoria de la ONCE en el año 2009, el déficit consolidado de explotación del ejercicio 2009 se sitúa en 13,18 millones de euros frente a los 18,17 millones de euros registrados en el ejercicio anterior. Obviamente, de 14 a 97,1 millones de euros va un trecho largo que no se justifican ni siquiera con los 10 millones de euros anuales que le asigna la Ley General Presupuestaria para amortizar préstamos. Tal y como ya ocurrió con las cuentas del 2008, en las que el Estado asumió 64,5 millones de euros, seguimos en la misma tónica de siempre y vemos cómo el debate sobre las asignaciones a ONGs de todo tipo siguen a la orden del día.
El caso de la ONCE es el típico caso en el que la transparencia en las cuentas brilla por su ausencia, no tenemos ni la más remota idea de las retribuciones de mandos intermedios, altos cargos y ejecutivos y por si fuese poco, no son pocas las voces críticas que se levantan desde dentro de la organización. El caso es realmente flagrante, organismo que opera en monopolio compartido con Loterias y Apuestas, con exención de impuestos y con carta blanca para derrochar dinero que luego, vendrá Papá Estado a cuadrar las cuentas sin saber siquiera cómo.
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