Cortefiel ha decidido echar el cierre a su actividad industrial en España. En efecto, ha decidido cerrar su planta de producción en Málaga, la única en la que había concentrado sus actividades de fabricación en la península. Ahora, todas sus prendas vendrán de fuera: algunas de sus plantas propias en Hungría y Marruecos, y otras directamente subcontratadas.
Este movimiento tiene, para mí, dos lecturas. Por un lado, es la muestra más tangible del camino que seguirán, a este paso, todas las actividades industriales en España: cierre para ser trasladadas a otras zonas más baratas. Esta deslocalización cada vez afectará a más sectores y a más empresas, y es urgente poner en marcha medidas para detenerla o, al menos, gestionarla: preparando a un gran porcentaje de la población para una reconversión importante, e incentivando la permanencia de determinadas industrias prioritarias por su alto valor añadido.
Y la segunda lectura viene de la mano del capital-riesgo: hace unos meses, los fondos CVC, PAI y Permira adquirieron Cortefiel, y desde entonces, han tomado algunas decisiones relevantes: vender el patrimonio inmobiliario de la firma, o ahora deslocalizar las actividades de producción. Son decisiones, sin lugar a dudas, rentables. ¿A corto o a largo plazo? ¿Facilitan la supervivencia de la empresa o solo la obtención del máximo beneficio cuanto antes? ¿Tienen en cuenta la dimensión social de la organización, o solo la financiera? Personalmente, no me gusta el capital-riesgo: quizás sea eficiente en la maximización del beneficio, pero no sé si en ese camino estaremos perdiendo otras cosas que también son importantes.
Vía | Cinco Días En El Blog Salmón | Cortefiel seguirá siendo la misma, Ventajas del sale and lease-back de Cortefiel, Los capital privado empiezan a trabajar