El razonamiento es simple. Hasta ahora, y basándose en los mencionados datos de siniestralidad, las compañías cobraban distintas tarifas a distintos colectivos. Cada empresa articulaba esos segmentos de la manera que consideraba oportuna en función de su política comercial y de su gestión del riesgo. Algunas diferenciaban entre hombres y mujeres. Otras no. Pero todas tenían un grupo, maldito, que era el de jóvenes. Y dentro de los mismos, generalmente, no había distinciones. Todos los jóvenes eran iguales. Y ahí Mapfre ve el filón. Todos los jóvenes no son iguales, tal y como proclama la web que han montado al efecto(el video me parece fresco y atractivo). La cuestión estriba en distinguirlos y que cada uno pague en función del riesgo que genere. ¿Cómo se logra? Usando las nuevas tecnologías. Una caja negra, con tecnología GPS, que se incorpora al vehículo. Esa caja negra, recoge la información del vehículo: kilómetros recorridos, velocidades, ubicación del vehículo, etc. Un pequeño Gran Hermano metido en el coche, y que enlaza con conceptos como el "pago por uso" del seguro que funciona en otros países, tales como Japón. Con esos datos se ofrecerá finalmente a cada jóven el precio más ajustado a sus hábitos de conducción. El sistema de tarifas tradicional salta por los aires, pudiéndose hacer incluso ajustes mensuales de la prima a pagar.
Entiendo que muchos verán esto como una intromisión en su intimidad. Cierto. Y en tal sentido la APD tendrá que decir la última palabra. Pero por otro lado me parece fundamental para evitar que paguen justos por pecadores, para conseguir unos precios más realistas, y que todos, clientes y empresas salgan ganado. Se consigue revitalizar un mercado que adolece de un guerra de precios que puede afectar a la solvencia del sector, incorporar y fidelizar a quien se estaba marginando, y realizar una prueba piloto con un modelo de negocio que, si tiene éxito, se extenderá al resto de asegurados.