Crecer haciendo demasiado ruido. No es una estrategia nueva, pero Uber la está llevando a otro nivel. La compañía norteamericana ha decidido declarar la guerra al taxi, a los gobiernos y administraciones de las ciudades donde opera, a la competencia y también a los medios que osen poner en cuestión su discutible modelo. Ha decidido jugar con fuego. Y eso suele acabar mal.
En el blog Digits del Wall Street Journal se preguntaban ayer si Uber se había convertido a sí mismo en su principal rival. Si su forma de actuar como empresa, con el crecimiento como único objetivo por encima de cualquier otra cosa, puede ser su principal trampa. Y, si analizamos los hechos, uno podría responder afirmativamente.
Desde su política de hechos consumados, operando sin licencias y en clara competencia desleal con su servicio Pop en infinidad de ciudades, hasta sus prácticas poco éticas para competir contra algunos de sus rivales. Desde el trato a sus propios conductores (en teoría, su mayor activo) hasta lo último: las amenazas veladas a periodistas críticos con indagar en su vida privada para airear sus trapos sucios.
En la corta vida de la empresa liderada por el polémico CEO, Travis Kalanick, hay infinidad de ejemplos que demuestran que Uber sigue jugando con fuego. Que dejan clara su apuesta por crecer a toda costa, aunque los medios para conseguirlo sean, cuando menos, cuestionables.
Hoy, la compañía tiene ingentes cantidades de dinero (negocia otra ronda de financiación récord) para crecer, para extender su modelo a muchas ciudades más. Un modelo donde la agresividad (ellos le llaman insurgencia) es su razón de ser. Agresividad que puede convertirse en su principal freno. El tiempo dirá si acabarán quemándose.
En El Blog Salmón | Uber y la insurgencia como principio Imagen | Adam Tinworth