Pues bien, su figura ha servido de inspiración para que Bloomberg haya realizado un índice al que ha bautizado precisamente como Robin Hood, en el que detalla la fortuna de las personas más ricas de 42 países, el producto interior bruto per capita y la cantidad que le tocaría a cada habitante más pobre de dicho estado si ese millonario –o millonaria- repartiera su riqueza entre todos para hacer la sociedad más igualitaria.
El primer país del ranking, en el que solo aparecen países con grandes diferencias demográficas o económicas, es Chipre, donde John Fredriksen acumula una fortuna valorada en 45.000 millones de dólares. Si ésta se repartiera entre sus compatriotas más necesitados, tocarían a 45.900 dólares por cabeza. Le sigue Suecia, con Ingvar Kamprad, que tiene 4.500 millones de dólares y su reparto entre la población empobrecida daría lugar a una cantidad de 33.140 dólares para cada uno. Cierra el pódium Taiwan, donde Tsai Eng-Meng tiene 9.000 millones de dólares, que se convertirían en 26.600 dólares si se repartieran entre cada uno de los habitantes de su país más pobres.
En España, la persona más rica, como todos sabemos, es Amancio Ortega, el fundador de Inditex. Si sus 62.000 millones de dólares de patrimonio se repartieran entre las personas más pobres de nuestro país tocarían a unos 30.200 dólares.
Entre las curiosidades que del artículo destaca el hecho de que en solo cuatro de estos 42 países la más rica sea una mujer. Solo ocurre en Chile, Holanda, Australia y Francia. Otro rasgo de los más curiosos está en saber a cuánto tocarían los estadounidenses si los millones de dólares -84.000 para ser exactos- de Bill Gates, uno de los ricos más filántropos, se repartiesen algo más de 1.000 dólares.
No soluciona la pobreza
A la vista de estos datos vemos cómo un acto de este tipo por parte de los más ricos no solucionaría casi nada. ¿De qué le sirven a un habitante de Suecia, uno de los países con mayor calidad de vida del mundo, que su habitante más rico repartiera su fortuna? Probablemente, ese dinero no le alcanzaría para salir de la pobreza.
Es decir, estos Robin Hood del siglo XXI no solucionarían nada si repartieran su fortuna entre sus conciudadanos. El estudio podría dar otros resultados si se hiciese el mismo cálculo pero aplicado a los países más pobres del mundo. Puede que en estos lugares si surtiese más efecto.
En cualquier caso, esto no solucionaría la pobreza en el mundo. Para ello, hacen falta no solo actos desinteresados de personas con mucho dinero. Hacen falta medidas concretas impulsadas por los gobiernos y por organismos tan fundamentales hoy en día como el FMI o el BCE para acabar con mafias, gobiernos corruptos, guerras y desigual reparto de la riqueza.
Desgraciadamente, Robin Hood era un personaje de cuento que se acaba casando con una princesa y deja de ser pobre. Y de esos, quedan muy pocos…