La ciudad de Utrecht, en Países Bajos, está a punto de prohibir a partir de 2030 las chimeneas de su municipio. Pero no es la única ciudad de Europa con restricciones. En Francia, tanto Île-de-France, Lyon o Grenoble tienen reestricciones (no se puede usar como calefacción principal de una casa). En Londres, Reino Unido, tampoco. En Dinamarca, al comprar una casa con una chimena, hay que retirarla. Es una tendencia.
¿Cuál es el motivo? La contaminación. Y esto no tiene que ver con las emisiones y el calentamiento global. En teoría las emisiones de quema de leña o pellets son neutras desde el punto de vista del CO2, ya que lo que se quema es biomasa procedente de un ciclo cerrado del CO2 y no combustibles fósiles enterrados en eras pasadas.
Contaminación nociva para la salud
El problema de las chimeneas es que la combustión de la leña no es nada limpia. En el proceso se producen partículas finas y óxidos de nitrógeno. De hecho 6,5 millones de chimeneas en Francia emiten tanto como 38 millones de vehículos.
Estas emisiones son muy dañinas para la salud y por eso las ciudades están poniendo restricciones a la circulación de los vehículos y a los sistemas de calefacción antiguos.
Compromisos con el calentamiento global
Mucho más limpios en cuanto a las emisiones de estas partículas dañinas son los sistemas de calefacción basados en gas natural (metano). Sin embargo todo lo que sea combustibles fósiles van en contra de los compromisos de cero emisiones de CO2.
Por tanto se está empujando a la población a sistemas eléctricos, que normalmente son más caros debido a las inversiones necesarias en adaptar los sistemas de calentamiento y a los precios eléctricos.
Lo que está claro es que el fuego de las chimeneas será en muchos años algo prohibido en muchas ciudades. Esperemos que esto no contribuya a la pobreza energética que también se quiere combatir.