La visita del presidente chino Hu Jintao a Estados unidos ha sido uno de los acontecimientos importantes de la semana para determinar lo que puede ocurrir en el futuro. China es oficialmente el mayor acreedor de la primera economía del planeta dado que posee más de 900 mil millones de dólares en bonos del Tesoro. Además, China tiene 1,4 billones de dólares en efectivo en sus arcas públicas, producto de los constantes superávit en su balanza comercial.
Si bien los dólares que atesora en la caja fuerte del Banco Chino no generan intereses por sí mismos, sí lo hacen los bonos del Tesoro, que a estas alturas equivalen a una suma importante del PIB de Estados Unidos, como muestra la gráfica inferior, que sólo llega hasta el año 2007. Esto indica que la próxima guerra no requerirá el disparo de un solo tiro. Bastaría que China salga a liquidar una parte de esos 900 mil millones de dólares en bonos del Tesoro para generar en la primera economía un colapso similar al que hoy viven Grecia y Portugal.
Una situación de este tipo obligaría a Estados Unidos a persuadir a los estadounidenses a comprar más deuda del país, de la misma manera que lo hicieron en la Segunda Guerra Mundial, e incentivar a los gobiernos extranjeros y los inversionistas privados para realizar compras adicionales de bonos del Tesoro. Los bancos podrían ser llamados a aumentar sus tenencias de bonos y, como último recurso, la Reserva Federal también podría actuar para llenar el vacío, aunque corriendo el riesgo de debilitar aún más al dólar y sumergir a Estados Unidos en una nueva depresión. Todas son acciones desesperadas que no dan ningún resultado claramente favorable.
China, querámoslo o no, es el país que hoy tiene la sartén por el mango, y la sola idea de que el gigante asiático comience a vender sus participaciones de la deuda de Estados Unidos arroja inimaginables consecuencias. Esto es lo que se conoce como el equilibrio del terror financiero, que demuestra que el debilitamiento de los mercados de deuda y la crisis generalizada que vive el sistema financiero, es un síntoma altamente riesgoso. Más aún cuando el Banco Central chino anunció que volverá a elevar las tasas de interés interna. Y si actualmente estas generan un 5,81% de interés, no tiene objeto mantener dinero donde se paga el 0,25%.
Este tema aumenta las tensiones globales porque China, lejos de ser el invitado de la fiesta, fue el anfitrión que puso la comida y la bebida, y ahora los embriagados invitados no tienen cómo pagar la cuenta. Este tema lo he planteado en El origen del caos financiero y lo encuentro respaldado en este artículo de Richard Holbrooke que publicó El País.
Mientras China trabajaba y ahorraba, una buena parte del mundo, encabezada por Estados Unidos, se dedicaba al despilfarro desmedido y transmitía al resto de los contertulios que esa era la felicidad global. Y no hubo nada más falso como aquello. Ahora hemos descubierto que todo ese consumo y despilfarro de décadas deberemos pagarlo por el resto de nuestras vidas. Algo falló en el sistema del laissez-faire que se implantó en los años 80 con la tesis del endeudamiento fácil. La pregunta es si nos dimos cuenta demasiado tarde, o si aún es tiempo para revertir el colapso que tenemos frente a nuestras narices.
En El Blog Salmón | El origen del caos financiero
Imagen | Berto García