La historia nos dice que los controles de precio son un desastre. Pero hay políticos empeñados en ellos por populismo

La historia nos dice que los controles de precio son un desastre. Pero hay políticos empeñados en ellos por populismo
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Si hay un episodio de la historia de la economía que se repite una y otra vez es que ante problemas de inflación los dirigentes deciden abordarlo mediante el establecimiento de los controles de precios. Y las consecuencias siempre son desastrosas.

Nos podemos remontar incluso a los romanos, con el emperador Diocleciano estableciendo precios y salarios máximos para controlar la inflación. También podemos irnos a la revolución Francesa, con precios máximos para productos agrícolas. O más cerca, a los precios máximos de alquiler que se han establecido en múltiples países para combatir los altos precios. Pero el resultado es siempre el mismo.

Escasez y mercado negro

Cuando se intentan limitar los precios por ley, los venderes de la escasa mercancía la retiran del mercado. Y si pueden la venden en el mercado negro, para evitar la regulación. Incluso en la China dinástica se establecían penas de muerte por contravenir las regulaciones de precio, pero eso no evitaba que hubiera mercado negro y escasez.

La historia nos dice una y otra vez que los precios altos no se pueden combatir con controles de precios. Sin embargo los políticos lo siguen intentando. ¿Por qué? Pues básicamente porque realmente hay poco que puedan hacer para combatir la inflación, más que ser responsables fiscalmente, lo cual no tiene un impacto inmediato.

La solución ante los precios altos

Existe una solución ante precios altos y es dejarlos así. Los precios altos señalizan al mercado para que haya más producción. En el sistema capitalista siempre que hay precios altos acaba habiendo abundancia, ya que atrae inversiones. El problema para el político es que no hacer nada tiene consecuencias a corto plazo y muchas veces el problema, que se soluciona solo, tarda en arreglarse.

También existe otra vía que tienen los políticos para arreglar el problema de los precios y es no impedir con regulaciones que vuelva a haber abundancia de los bienes escasos. Por ejemplo sin imponer aranceles a las importaciones o sin poner trabas burocráticas a la construcción de vivienda.

Pero siempre estas medidas tienen sus perdedores (por ejemplo productores locales en el caso de un bien escaso o los actuales propietarios en el caso de una liberalización de la construcción). Y estos perjudicados tienen poder político y mediático. Al final es más fácil intentar contentar a los afectados con controles de precios populistas y echar la culpa a los malvados especuladores cuando no funcionan.

¿Es verdad que los seres humanos son los únicos animales que tropiezan dos veces con la misma piedra? Pues no lo sé, pero lo que sí es cierto es que la humanidad ha tropezado múltiples veces con los controles de precios pero sigue recurriendo a esta nefasta estrategia cuando las cosas se ponen complicadas.

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