Hoy ha habido una manifestación de la industria musical española en contra de las descargas de música en Internet y también algo en contra del top manta. Se ha llegado a decir que si el Gobierno no hace nada, en cinco años desaparecerá la música. Es una buena exageración, pero por supuesto completamente falsa.
La industria musical en España no está desapareciendo, sino sufriendo una dura reconversión industrial. El producto que están acostumbrados a vender, el CD con 10 canciones, no tiene público. Es como si en los años 50 alguien se quejara de que el coche está matando al ferrocarril. Sí pero no, es simplemente que los tiempos han cambiado.
El modelo de la industria debe ser diferente. La gente tiene acceso a las canciones sueltas y no tiene reproductor de CDs. Y aún así los músicos siguen haciendo packs de 10 canciones que se editan en CD y del que no venden prácticamente copias.
Se quejan de Internet. Y es que la gente, si quiere música, la busca en Internet. Y hoy por hoy es mucho más fácil encontrar dicha música de forma gratuita que pagando. ¿Cómo se puede combatir esto? La industria piensa que persiguiendo a sus clientes con mano dura, e increpa al Gobierno por su pasividad.
Pero en otros países hay otras fórmulas. Spotify, por ejemplo, es un software que permite escuchar música gratuitamente con publicidad o sin ella pagando una tarifa plana mensual de 10 euros. En España está teniendo mucho éxito y ya conozco a gente que no le merece la pena descargarse música, siempre la puede escuchar ahí.
Otros modelos son promocionar más la venta suelta de canciones, ya sea por Internet o en puestos por la calle, por ejemplo por Bluetooth, para tener dicha canción en el móvil o en el reproductor de música.
Y sobretodo lo que tiene que hacer la industria es una producción continua de canciones, gota a gota, y de buena calidad. No vale eso de sacar una buena canción e intentar colocar 10. Antes el mercado era ineficiente y los consumidores tenían que comprarse el pack entero. Ahora se puede elegir sólo lo que gusta.
Todas las reconversiones industriales son duras, y los Estados deben recordar que por duras que sean no deben ceder a las presiones. El progreso es imparable y beneficiar a un pequeño grupo es perjudicar a muchos.
Vía | El País
Imagen | ThisParticularGreg