La mayoría de nosotros, en infinidad de ocasiones, no nos planteamos el origen de los productos o servicios, la "legalidad", "ilegalidad" o "alegalidad" en la que nada la empresa, el producto o el servicio. Parándonos en el caso de Uber, ¿te subirías en el coche de una persona en la que tuvieras constancia expresa de que no paga impuestos por ejemplo? Ojo, no digo que sean todos, pero la aplicación por ejemplo, no filtra en principio quién está dado de alta como autónomo o no. En esta misma línea, si hemos visto movimientos que han hecho boicot a marcas, presión a programas de comunicación o acciones más o menos puntuales, para censurar o intentar cambiar el comportamiento de una empresa.
Pero en el día a día, la mayoría de la gente no se para a cuestionar si el fontanero que ha llamado a su casa está de alta en autónomos, si su empresa cumple las normas de juego o si la app que se ha descargado y es la repanocha de la economía colaborativa y por tanto anticapitalista persé, genera un flujo positivo de impuestos o si por contra opera dentro de un marco alegal o economía sumergida.
Al hilo de esta responsabilidad, tenemos también las exigencias y coberturas que le pedimos cada día al estado, en los derechos que tenemos y que obviamente tienen un coste económico y que no cae de los árboles.
Estaría muy bien que lo mismo que la sociedad exige el cumplimiento de esos derechos adquiridos, recordara que cada vez que gasta un euro en un marco "alegal" o "dudoso" está favoreciendo la competencia desleal, que está poniendo en situación complicada a todos aquellos que sí operan en el segmento cumpliendo con las normas establecidas y que a medio plazo, el también se perjudica porque si hay menos dinero para gastar, las tijeras del gasto público salen de paseo.
Y tú ¿eres socialmente responsable con los productos y servicios que consumes?
En El Blog Salmón | ¿Qué es la responsabilidad social corporativa?