¿Innovar o publicitar?

Este es el dilema que nos plantea el Sr. Martínez en su blog ESTRATEgA. Sobre el ejemplo de la evolución de la tostadora (siempre usa ejemplos evocadores), hace una interesantísima reflexión sobre cómo publicidad e innovación son dos elementos en cierto modo contrapuestos.

Así, vemos como en fases tempranas de la evolución de un producto, los esfuerzos de los competidores se centran en innovar para diferenciarse, en el mercado, por sus características intrínsecas: nuevas funcionalidades, nuevos diseños, etc. Sin embargo, a medida que un producto va alcanzando su madurez y el margen para la innovación es menor (o, simplemente, más difícil), el esfuerzo inversor de las compañías deja de centrarse en ello para orientarse hacia la publicidad, con el objetivo de diferenciarse en el mercado por características extrínsecas o subjetivas: la percepción del consumidor o del canal de distribución. Combinando estas dos magnitudes, podemos establecer el grado de "salud" de una economía (a nivel macroeconómico), de un sector, de una empresa o incluso de un producto. ¿Por qué? Porque una empresa / sector / país que innova, está poniendo los cimientos de su rentabilidad futura. Si, por el contrario se esfuerza en la publicidad, estará aprovechando el día a día pero descuidando lo que pasará en el medio plazo: "pan para hoy, y hambre para mañana".

Vía | ESTRATEgA

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