Bajo el lema “Defendamos a nuestros profeta”, más de 50.000 personas han salido a las calles en Turquía para reclamar un boicot comercial a los productos de Dinamarca, Israel y EE.UU.
Es curioso que de entre los millones de caricaturas en las que está presente lo religioso y que aparecen cada año en los medios, haya habido unas con tanta repercusión mediática y social. Sin lugar a dudas, hay gente interesada en que esto ocurra.
Más llamativo aún es la forma de canalizar estas protestas e intentar convertirlas en castigos económicos. Ya lo hemos vivido recientemente en el boicot a los productos catalanes, en el que la lucha política convenció a los ciudadanos para que cargasen contra las empresas de Cataluña y así, de forma indirecta, estos conglomerados empresariales que son importantes grupos de interés, dialogasen con los responsables políticos de turno para intentar suavizar la situación. Efectivas o no, estas nuevas formas de lucha política son bastante interesantes desde el punto de vista estratégico, ya que transforman la discusión política de partes irreconciliables en caídas en las cifras de venta de las empresas locales, que sí pueden hacer algo para suavizar la situación. Y es que reconocer a los grupos de interés es clave para este tipo de movimientos.
Lo realmente triste de este tema es que unos pocos desalmados traten de convertir una tira cómica en un conflicto internacional.
Vía | El Mundo