Una encuesta del Instituto de Estudios Fiscales de Economía y Hacienda dice que para la mayoría de los españoles las normativas fiscales son demasiado difíciles de entender. Lo prueba el hecho de que sólo el 14% de las personas realizan sus propias declaraciones, frente al 86% que necesitan ayuda externa. Claro que estos datos no sólo hablan del IRPF, sino también Sociedades, Patrimonio e IVA.
Los problemas de tener un sistema fiscal complejo son varios. Lo primero es la burocracia. Si los impuestos son complicados comprobar que todo está bien es también complicado. Y al final entre generar la documentación y comprobarla se pierden muchos recursos que podrían utilizarse para tareas más productivas. España no está para desperdiciar recursos.
Segundo, si los impuestos son complicados hay más margen para defraudar. Si no hubiera desgravaciones, por ejemplo, el IRPF sería bastante sencillo de realizar. Rentas percibidas, situación familiar y poco más. Esto sería mucho más sencillo de entender. Ganas tanto, pagas tanto, dependiendo de la situación familiar. Y además no habría mucho que inventar para pagar menos.
Es decir, deberíamos plantearnos una simplificación de los impuestos. Esto ahorraría tiempo y dinero a la gente y a la propia administración. No quiero decir con ello que habría que quitar las desgravaciones y ya está, sino que haría falta una reforma profunda de los impuestos para simplificarlos y que el impacto fiscal medio sea neutro (a no ser que se quieran subir los impuestos por la situación económica).
Tenemos una oportunidad única para hacer una revisión seria de todo el sistema fiscal. Existe una presión internacional, hay que reducir gastos y socialmente creo que cualquier cosa se aceptaría si es para salir de la crisis. ¿Por qué no aprovechar dicha oportunidad?
Vía | El Economista
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Imagen | marfis75