Pioz es un pueblo de Guadalajara con 3.000 habitantes y con una deuda de 16 millones de euros. Casi nada el peine para la que está cayendo. Este ayuntamiento es uno de los muchos que ha tenido una gestión en los años pasados vergonzosa y cuyo nivel de endeudamiento ha tenido el culmen con el plan de pago a proveedores presentado ante el Ministerio de Hacienda.
Este ayuntamiento ha solicitado un plazo de amortización de deuda con Hacienda de 7.058 años. Si habéis leido bien. 7.058 años para pagar las deudas contraídas en los últimos diez años. No entiendo cómo el Equipo de Gobierno en pleno no ha dimitido antes de presentar semejante barbaridad y cómo el interventor ha firmado siquiera dicha propuesta.
No obstante, como viene siendo habitual entre los políticos, la culpa siempre es del anterior, tal y como reconoce la alcaldesa en esta entrevista, aunque en este caso, se da la paradoja que ambos mandatarios son del mismo partido político y parece ser que nadie sabía la deuda anterior acumulada.
Este ayuntamiento es el vivo ejemplo de la asignación de ingresos extraordinarios (licencias de obras e impuestos asociados a la burbuja inmobiliaria) al cómputo de gastos corrientes. Lógicamente, si se presupuesta de este modo, en el momento que caen los ingresos extraordinarios, las cuentas públicas entran en quiebra. Desde luego, el ayuntamiento debería ser intervenido y fusionado con otro de tamaño superior, antes que mantener este atropello.
Es más que evidente que se necesita una reestructuración de la Administración Pública a todos los niveles, aunque parece ser que este nuevo diseño no es prioridad de los políticos. Lógico, dado que si pierden la estructura de base de los ayuntamientos pequeños, la fuerza de los partidos políticos se diluye bastante. Esa es la diferencia entre los políticos que miran por sus sillones o los que miran por la ciudadanía. Sacad conclusiones.
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