Es decir, lo que se quiere es que se apliquen mayores aranceles o se limite la entrada de tomates para que no caigan los precios y las empresas españolas productoras sigan siendo rentables. Se piden medidas proteccionistas.
Pero por otro lado una de las mayores preocupaciones de los españoles es la inmigración, siendo la comunidad marroquí una de la mayores en España. Si queremos que no sigan viniendo inmigrantes que no tienen nada que perder en el camino lo que tiene que pasar es que haya trabajo en sus países de origen. Y para una cosa que producen, como son los tomates, queremos que no entren o al menos no a precios competitivos.
Hay que aclararse las ideas: ¿qué queremos? ¿Queremos que vengan inmigrantes a que trabajen en nuestro país y quedarnos con los beneficios o queremos que no vengan y que sean los países en vías de desarrollo países productores? Desde luego, que nosotros seamos productores sin inmigración, mientras la gente que vive en países pobres se muere de hambre sin intentar llegar a los países ricos es una utopía. Y de hecho es lo que está pasando. No queremos más inmigración pero tampoco queremos sus productos. Al final lo que cae es el eslabón más débil: es más fácil controlar la llegada de productos que la de inmigrantes, luego entran inmigrantes.
Vía | El País En El Blog Salmón | ¿Importamos productos o personas?, Inmigración