La guerra comercial entre China y EEUU comenzó con el primer mandato de Trump en 2017 y se ha extendido a otras zonas del mundo. De hecho recientemente la UE está estudiando elevar los aranceles a las importaciones de vehículos eléctricos procedentes del gigante asiático.
Algo se puede aprender de lo que sucedió en la guerra comercial entre China y EEUU. Y lo fundamental es que ante medidas impositivas, como son los aranceles, los actores cambian sus estrategias para adaptarse a la nueva situación.
Como ejemplo de la reacción del mercado ante estos cambios es el impuesto que se impuso a las ventanas en la Inglaterra del siglo XVII. El número y tamaño de ventanas era un proxy de lo lujosa que era la casa y por tanto se consideró una buena forma de recaudar más de los más ricos. Sin embargo el efecto que tuvo fue que la construcción de casas a partir de dicho momento se hizo con menos ventanas e incluso se llegaban a tapiar las ya existentes.
La reacción de China ante los aranceles
El mercado de EEUU es demasiado jugoso como para que China deje de vender allí. Y por tanto las empresas chinas reaccionaron ante los aranceles con diversas estrategias para evitar que sus productos fueran más caros.
La más obvia es dejar de fabricar en China. La condición para tener aranceles más altos es precisamente la fabricación, no que el capital fuera chino, así que muchas empresas chinas deslocalizaron la producción a países más baratos.
Esta deslocalización puede ser exhaustiva (fabricación total) o algo más sencillo que sigue siendo legal pero bordea un poco el espíritu del arancel (un simple ensamblado de piezas complejas que se siguen fabricando en China).
Pero lo más curioso es que algunas empresas decidieron usar directamente el fraude. Esto se puede ver a nivel macro, pues nada más aumentar los aranceles se incrementaron las importaciones de terceros países (pero de las mismas empresas chinas que antes importaban de China), lo cual es imposible pues mover la producción a un tercer país no es algo que se haga de un día para otro.
A nivel micro se han detectado casos concretos en los que la exportación de bienes de China a EEUU se hace a través de un tercer país, Tailandia, a pesar de en dicho país solo había un almacén. Eso sí, en el productos había etiquetas de "made in Thailand" y se encontraron pruebas de que dichos productos eran exactamente los mismos que antes de los aranceles venían marcados como "made in China".
Lo mejor es el libre comercio (en un mundo ideal)
Es una pena que estas distorsiones en el mercado creadas por los aranceles hagan que las empresas tengan que poner foco en circunnavegar legislación y dedicar esfuerzo y productividad a algo que no es crear riqueza.
Pero también es cierto que la visión de final del siglo pasado de que la globalización únicamente traía prosperidad es algo naive. El mundo es más complejo que eso y los actores no son siempre honrados (no hay más que ver las estrategias de China de subvención a sus empresas para que puedan hacer dumping y hundir la competencia).
En el libre comercio hay ganadores y perdedores, aunque en agregado sea positivo. Y los aranceles ante actores desleales no siempre son todo lo efectivos que podrían ser.