Estanflación es un término que se considera acuñado por el británico Iain McLeod quien, en un discurso ante el Parlamento en 1965, dijo "We now have the worst of both worlds - not just inflation on the one side or stagnation on the other. We have a sort of “stagflation” situation" (Ahora tenemos lo peor de ambos mundos: no inflación por un lado o estancamiento por otro. Tenemos algo así como una estan-flación)
Tradicionalmente, los ciclos económicos se venían alternando a partir, fundamentalmente, de movimientos en la demanda agregada. Los periodos expansivos coincidían con altos niveles de empleo y bajos tipos de interés, que impulsaban el consumo y por lo tanto a incrementar la demanda agregada, que provocaba un equilibrio con mayores niveles de precios (inflación) pero también con un mayor nivel de producción.
Por contra, en los periodos restrictivos, con altos tipos de interés y mayor desempleo, el consumo descendía, por lo que el nivel de equilibrio se situaba en una menor producción pero también en un nivel de precios más moderado.
Esta situación "normal" se vió alterada a mediados de los 60 y a lo largo de los 70, durante el siglo XX, en Estados Unidos. El gasto social y militar de la administración estadounidense, bajo el mando de los presidentes John F. Kennedy y Lyndon B. Johnson, fue uno de los desencadenantes. El periodo expansivo provocado por dichos gastos provocó unos niveles altos de demanda y, por lo tanto, de inflación. Ante esta situación, se entró en una dinámica especuladora (comprar ahora para vender cuando esté más caro o, cuando menos, para no comprar a precios más altos) que siguió alimentando la inflación. Entonces, los trabajadores empezaron a pedir incrementos salariales para poder estar alineados con la inflación, y se introdujeron cláusulas de revisión automática en función de la inflación para mantener el nivel de vida tanto en salarios como en subsidios, perpetuando la espiral inflacionaria.
La necesidad del gobierno de financiar sus costes, unido a su deseo de no elevar impuestos, hizo que los tipos de interés se elevaran, suponiendo un mayor coste para las empresas proveedoras de bienes y servicios. La crisis energética de aquellos años puso la guinda. Así, con mayores costes salariales, de materias primas y de recursos financieros, la curva de oferta agregada se movió: una misma cantidad sólo era ofrecida a un mayor precio. Como consecuencia, el nivel de equilibrio de los mercados se alteró, resultando en un mayor precio de equilibrio para una menor producción agregada.
Las teorías sobre cómo se había llegado a esta "imposible" situación (desde criterios clásicos) y las recetas para solucionarlo fueron, y siguen siendo, variadas. De hecho, no hay una solución evidente, y hay quienes consideran que nuestra situación económica en estos últimos años no es sino una estanflación asumida a la que no hemos sabido dar respuesta, con la que nos hemos acostumbrado a convivir.
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