Sin embargo, no podemos obviar que, tal y como permite la Comisión Europea, el rescate al sector financiero no computa como déficit. De incluirse este, la cifra final de déficit público se incrementaría hasta el 7,1 % del PIB. Del mismo modo, tampoco podemos ignorar el trilerismo contable llevado a cabo por el Gobierno para cuadrar el déficit y del que ya nos dio sobrada cuenta el compañero Remo. Aún con todo, el déficit público español sigue siendo un importante quebradero de cabeza para el Gobierno. No en vano, nuestro país es el segundo de la UE con un déficit público mayor (una vez mas, excluyendo las ayudas a la banca), sólo superado muy tímidamente por Irlanda, con un déficit en 2013 del 6,7 %. Además, el montante de intereses que se come el déficit año a año es importante a pesar de que los costes de financiación de la deuda se encuentran en niveles muy bajos.
Sin embargo, tal y como ya hemos señalado en otras ocasiones, no hay que tener prisas con el déficit ni obsesionarse con él, aunque tampoco caer en la trampa de no darle la importancia que se merece. No debemos olvidar que la economía española ha atravesado una recesión aún peor de lo prevista, el paro continúa en cifras récords y el consumo interno no termina de despegar. En este contexto, tensar la cuerda y asfixiar aún más a la población carece de sentido.
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