El paro juvenil ha vuelto a incrementarse en el arranque de 2013, posiblemente motivado por el fin de la campaña de navidad en los comercios. En concreto, el número de menores de 25 años en condiciones de trabajar pero sin empleo ha crecido en 30.200 personas en los tres primeros meses del año, con lo que ya son 960.000 las víctimas jóvenes de esta sangría laboral. La tasa de paro juvenil alcanza ya el 57,2 % del total, dos décimas más que el anterior trimestre y un nuevo y peligroso récord histórico. Resulta también llamativo el hecho de que si ampliásemos el rango de los denominados jóvenes a los menores de 29 años, el total de desempleados prácticamente se duplicaría hasta los 1,8 millones, lo que pone de manifiesto que la situación de este colectivo en nuestro país es tan preocupante como insostenible.
La enfermedad de la economía española tiene nombre y apellidos: desempleo juvenil. Los datos proporcionados hoy por el INE muestran un drama de grandes proporciones que hace peligrar la sostenibilidad del sistema: pensiones, prestaciones por desempleo, pago de la deuda... Todo está en peligro. Nuestro país comienza a acercarse peligrosamente al precipicio mientras las medidas que favorezcan la creación de empleo siguen brillando por su ausencia.
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