IU se dispone a pedir en el Congreso que el stock inmobiliario que pase al banco malo se convierta en una bolsa de alquiler social de viviendas. Sin entrar en los detalles de la definición de alquiler social, yo me quedo con la idea de que estas viviendas deberían pasar al mercado del alquiler de manera directa, dado que una mayor oferta en los alquileres redundaría en beneficio de todos los ciudadanos.
Si tenemos más oferta en alquiler, será más probable que los precios bajen en el sector y tendremos mayor posibilidad de pactos entre las partes ajustando unos contratos de alquiler adaptados para las circunstancias personales de cada caso. Es más, estoy seguro que el Gobierno tiene en mente esta salida al alquiler de muchas de las viviendas por la reforma en la ley de arrendamientos que se han planteado, pero la propuesta en el fondo omite algunas cuestiones importantes.
La primera cuestión trascendental es que la mayoría de inmuebles que van a pasar al banco malo van a ser solares, proyectos de edificación en vías de desarrollo y promociones inmobiliarias en vías de ejecución, junto con edificaciones industriales y terciarias. En estos casos, el alquiler va a ser casi imposible, excepto inmuebles muy puntuales.
El segundo punto determinante, es la distribución geográfica de las viviendas en stock. La mayoría de las promociones inmobiliarias en poder de las entidades financieras, se encuentran en la costa mediterránea. Estas viviendas estaban destinadas a ciudadanos extranjeros o a usos secundarios vacacionales dentro de los propios españoles. Toda la costa andaluza y levante está plagada de promociones inmobiliarias fantasmas en las que los núcleos de población de cabecera no tienen población suficiente que demande estos alquileres.
Aún así, una vivienda cerrada en una empresa o entidad financiera es una vivienda que genera gastos impositivos, mantenimiento y gastos corrientes. Lógicamente, si dicho inmueble ingresa por alquiler, al menos deja de generar gastos para ingresar dinero.
El alquiler de estos inmuebles debe llevarse a cabo pero debemos evitar caer en las generalizaciones y tópicos sobre este tema, porque por desgracia, no todo es alquilable ni todo suceptible de convertir en un “alquiler social”.
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Imagen | Pedro Angelini