La noticia saltaba esta semana: el grupo chino Wanda abandonaba sus proyectos urbanísticos en Madrid. Aunque no hay confirmación oficial y algunos directivos de la firma del multimillonario Wang Jianlin han desmentido parcialmente las informaciones, lo cierto es que la cuerda está tan tensa que está a punto de partirse.
Wanda es dueño del Edificio España, donde pretendía –o pretende- construir pisos de lujo y un centro comercial, propietario del 20% del Atlético de Madrid y uno de los actores principales en la operación urbanística en la zona de Campamento, donde pensaba invertir al menos 3.000 millones de euros.
Por el momento, parece que ha cerrado su oficina en Madrid y que entre sus planes está deshacerse del mencionado edificio en la Plaza de España, aunque sea perdiendo dinero. ¿Y qué ha causado esta espantada? Según fuentes del grupo Wanda, los obstáculos que el Ayuntamiento madrileño está poniendo a todos sus planes han acabado por agotar la paciencia de los chinos.
En concreto, desde que el consistorio cambiara de manos en junio del año pasado y Manuela Carmena tomase el bastón de mando, los delegados de Jianlin han tenido más de un choque con los dirigentes de Ahora Madrid, sobre todo por la fachada del Edificio España, que los asiáticos quieren tirar abajo para remodelarla y los nuevos dirigentes abogan por conservar.
Ante esto, los representantes del resto de partidos políticos han puesto el grito en el cielo y han criticado duramente al equipo de Carmena por ahuyentar a los grandes inversores de la ciudad. Incluso se han ofrecido para mediar en el conflicto y que Madrid no pierda a un inversor tan importante.
Por el momento, parece que ha habido conversaciones para intentar acercar posiciones entre Wanda y el consistorio, pero todo pende de un hilo.
No es solo Wanda
Esta semana también publicaba el diario Expansión que hay más proyectos urbanísticos en el aire en la ciudad. El proyecto Metropolitan, que va a construir 443 pisos en la zona de Cuatro Caminos, y el de la promoción Raimundo Fernández Villaverde 50, en un solar que pertenecía al Ministerio de Defensa y donde se construirán 350 viviendas, también están teniendo problemas para seguir adelante.
El Ayuntamiento está poniendo impedimentos y haciendo nuevas exigencias a las empresas promotoras, sin respetar los acuerdos verbales que estas habían alcanzado con la administración de Ana Botella. Estas formas de actuar pueden tener negativas consecuencias para la capital española, pues el empresariado empieza a estar más que harto.
¿Ciudad paralizada?
El sentir al respecto de lo que está pasando en Madrid está actualmente dividido. Por un lado, los partidarios de Carmena y los colectivos sociales están encantados con esta forma de proceder, ya que sienten que por una vez se está protegiendo más a las personas y sus derechos que favoreciendo la especulación y el pelotazo.
Sin embargo, la otra mitad mira con preocupación la situación, ya que esta forma de hacer política puede paralizar la actividad económica de la ciudad en un momento crucial, ya que España se juega la recuperación económica y una capital sin inversiones podría dar al traste con todo.
En el medio año de gobierno que lleva Manuela Carmena ha dejado claro que su prioridad es lo social, aunque no ha conseguido solucionar muchos de los grandes problemas que tiene la ciudad, como la contaminación y la recogida de basura y la limpieza de las calles. Todo ello rodeado de polémicas, como la de la cabalgata de Reyes.
Por lo pronto, parece que el gobierno de la comunidad, liderado por Cristina Cifuentes, le está ganando la partida al Ayuntamiento, con medidas que han sido todo un éxito, como la tarifa plana de 20 euros para el abono de todos los jóvenes hasta 27 años. Aunque todavía hay que dar tiempo al nuevo gobierno local, que ya ha reconocido su inexperiencia en muchos temas, la paciencia de los madrileños se va a agotando, y la del sector empresarial directamente está al límite.
Cabe resaltar que este ‘mal’ no solo aqueja a Madrid, pues en Barcelona Ada Colau también está poniendo freno a inversiones y proyectos, por lo que las dos principales ciudades españolas se están convirtiendo en lugares ‘non gratos’ para los inversores.