Aunque parezca contraintuitivo, que las materias primas suban es la explicación de que las empresas de energía renovable estén bajando en bolsa

La pandemia de COVID-19 ha atraído una mayor atención a la política climática y la resiliencia económica. Europa dedicó 225.000 millones de euros de su fondo de recuperación a la transición energética. Desde los Estados Unidos, Biden tiene como objetivo una economía neta cero para 2050. El presidente Xi ha señalado recientemente una intención audaz de que China se convierta en carbono neutral para 2060.

Existen factores de fondo que relevan un fuerte atractivo a las empresas vinculadas a la energía renovable, pero la coyuntura se está complicando con la subida de materias primas.

Podría parecer que con la subida del precio del petróleo (el brent se encuentra en 75 dólares por barril) y el gas, estas empresas reforzarían su presencia en los ojos de los inversores, pero no, no ha sido así. Esta subida también viene dada por materias primas como el acero y silicio cuyo encarecimiento impacta en su estructura de costes.

Y es que si partíamos de un verdadero frenesí verde el año pasado con un contundente auge bursátil, este año ha tenido un comienzo mucho más duro para las empresas de este sector en el mercado de valores, especialmente para las empresas innovadoras o emergentes. Si la bolsa europea, representada por el Stoxx 600, anotaba una subida del 10%, los índices que recogen las empresas de energías limpias anotan una caída del 20%.

Generar valor para estas empresas se está complicando tras años de un proceso productivo más eficiente y una bajada de costes. Los precios del cobalto subieron un 40% en el primer trimestre de este año, culpando únicamente a la demanda de baterías.

La minería es clave para la revolución energética

Debemos de tener en cuenta que un sistema energético alimentado por tecnologías energéticas limpias difiere profundamente de uno alimentado por los recursos tradicionales de hidrocarburos. La construcción de plantas solares fotovoltaicas, parques eólicos y vehículos eléctricos generalmente requiere más minerales que sus homólogos basados en combustibles fósiles.

Un coche eléctrico típico requiere seis veces más de un coche convencional, y una planta eólica terrestre requiere nueve veces más requiere nueve veces más recursos minerales que una central eléctrica de gas. Desde 2010, la cantidad media de minerales necesarios para una nueva unidad de capacidad de generación de energía ha aumentado en un 50% a medida que de las energías renovables ha aumentado.

Los tipos de recursos minerales utilizados varían según la tecnología. Litio, níquel, cobalto, manganeso y grafito son cruciales para el rendimiento, la longevidad y la densidad energética de las baterías.

Las redes eléctricas necesitan una gran cantidad de cobre y aluminio, siendo el cobre la piedra angular de todas las tecnologías relacionadas con la electricidad. No es de extrañar que recientemente haya superado sus máximos históricos.

El cambio a un sistema de energía limpia va a suponer un enorme aumento de las necesidades de estos minerales, lo que significa que el sector energético se está convirtiendo en una fuerza importante en los mercados de minerales.

Hasta mediados de la década de 2010, el sector energético representaba una pequeña parte de la demanda total de la mayoría de los minerales. Sin embargo, a medida que avanza la transición energética, las tecnologías de energía limpia impulsan la demanda.

Una mirada al futuro

En un escenario que cumpla con los objetivos del Acuerdo de París, la proporción de las tecnologías de energía limpia en la demanda total aumenta significativamente a lo largo de los años.

La demanda total aumentará significativamente en las próximas dos décadas a más del 40% para el cobre y los elementos más relevantes, del 60 al 70% para el níquel y el cobalto y casi el 90% para el litio.

Los vehículos eléctricos y de baterías ya han desplazado a la electrónica de consumo para para la adquisición de litio y están llamados a tomar el relevo del acero inoxidable y del níquel de aquí a 2040.

A medida que los países aceleran sus esfuerzos para reducir las emisiones, también deben asegurarse de que sus sistemas energéticos sigan siendo resistentes y seguros. Los actuales mecanismos internacionales de seguridad energética están diseñados para ofrecer un seguro contra los riesgos de interrupciones o subidas de precios en el suministro de hidrocarburos, especialmente del petróleo.

Los minerales ofrecen un conjunto de retos distintos, pero su creciente importancia en un sistema energético de descarbonización requiere tener en cuenta posibles nuevas vulnerabilidades.

La preocupación por la volatilidad de los precios y la seguridad del suministro no desaparecen en un sistema energético electrificado y rico en renovables. Por ello, se debe prestar mucha atención a la cuestión de los minerales críticos minerales críticos y su papel en las transiciones energéticas limpias.

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