Aunque la medida no es nada populista, me pregunto hasta qué punto un país con una tasa de paro de casi el 27 %, como es el caso español, puede permitirse el lujo de cuestionar las soluciones que nos llegan desde el exterior. ¿Acaso no deberíamos imitar el modelo de mercado laboral existente en otros países con tasas de desempleo mucho más reducidas que la de España? El mercado laboral español está roto y sufre una enfermedad con nombre y apellidos: dualidad. La tasa de paro española duplica a la de los países de nuestro entorno y es una de las más elevadas ya no de la Unión Europea, sino del planeta. ¿Qué mas razones necesitamos para darle la vuelta a la tortilla y empezar desde cero con una nueva reforma laboral que copie literalmente a las existentes en países con tasas de paro reducidas?
A todos nos gustaría vivir en el país de la golosina y de la pandereta, con contratos blindados en nuestro puesto de trabajo. El problema es que esta sobreprotección ha dado lugar a un mercado laboral bulímico que ya ha expulsado a más seis millones de trabajadores, ha frenado la contratación, hundido la demanda interna y estancado la economía.
El paro es el problema número uno de nuestro país y nuestra economía no comenzará a mejorar hasta que las empresas españolas sean capaces de contratar a los millones de desempleados que existen en la actualidad. Sin embargo, los costes del despido se erigen como uno de los obstáculos más notables a la hora de crear empleo. En este contexto, el crecimiento económico es imposible. Es necesario cambiar de mentalidad y, como digo en el título, copiar, copiar y copiar. No se nos pide que inventemos la rueda, tan sólo que copiemos lo que hacen otros países.
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