- Tests psicotécnicos: son la opción más común y consisten en una batería de preguntas de respuesta cerrada en las que el candidato tiene que elegir entre varias alternativas. Su objetivo es determinar la inteligencia, la personalidad y las aptitudes de los demandantes de empleo.
- Pruebas profesionales: consiste en una serie de tareas relacionadas con el puesto en cuestión que se encomiendan a los candidatos. Por ejemplo, una prueba de mecanografía para un administrativo o una charla en inglés para un puesto en el que es necesario manejar con soltura esta lengua.
- Pruebas de conocimiento: se trata de pruebas escritas u orales sobre un temario que se ha establecido con antelación. Normalmente su uso se limita a puestos de la Administración Pública, pero en ocasiones algunas empresas privadas recurren a las mismas con en fin de valorar los conocimientos de los candidatos, por ejemplo, sobre el sector en el que desarrolla su actividad la empresa.
En función del tipo de trabajo que se oferta, algunas empresas llegan a realizar, por ejemplo, pruebas físicas, cuando para el desempeño de un trabajo se requieren unas condiciones físicas concretas, e incluso pruebas grafológicas, que tratan de determinar ciertos aspectos de la personalidad de los candidatos a partir del estudio de su escritura.
Y esto, es sólo la punta del iceberg. Ante el exceso de candidatos que optan a cualquier oferta de trabajo, cada vez con más frecuencia los departamentos de recursos humanos de las empresas recurren a la imaginación para tratar de filtrar a los mismos y pasar al proceso de entrevista solamente a los que mejor se adaptan al perfil que la empresa demanda.
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