Una de las bases del sistema capitalista es la libre empresa, y haciendo todavía todo un alarde de ello se pueden encontrar hoy en día nuevas historias de personas que salieron de los orígenes más humildes, y son hoy en día celebridades e incluso han podido construir todo un imperio empresarial. Pero el destino no es una mera cuestión de libre empresa y de olfato para el negocio, sino que, como bien venía a decir Einstein: “El éxito es una cuestión de suerte, pero el destino te tiene que encontrar trabajando”.
Así le ha ocurrido al músico Snoop Dogg, que ha pasado en tan sólo unos pocos años de ser un cantante de Hip-Hop con letras propias de círculos de gánsteres, a construir todo un imperio empresarial centrado en el Cannabis, y aparecer en muchas fiestas de alto nivel, en anuncios publicitarios emblemáticos, en series y programas de televisión, en películas, o en todo soporte mediático que se precie.
Pocos son aquellos medios que no se hacen eco de esta nueva personalidad y comparten su éxito, re-alimentando todavía más su celebridad. Pero ni su vida ni su éxito han sido fáciles, si bien hay ciertos negocios en los que son ciertos perfiles los que saben moverse como pez en el agua.
Snoop Dogg: del Hip-Hop más delincuente, al cannabis más floreciente (también como negocio)
Fue hace tan sólo unas semanas cuando el reputado New York Times se hizo eco de la curiosa historia de éxito de este hombre, y le dedicó un artículo que da mucho que pensar, y que también da para unas cuántas reflexiones color salmón vivo (y saltarín). Hay que empezar introduciendo a los inicios de esta nueva personalidad, hoy tan célebre especialmente en la costa oeste de Estados Unidos, y en particular en toda aquella zona de oro de abarca desde Hollywood hasta Beverly Hills, pasando por otras tantas zonas residenciales de alto standing, en cuyas exclusivas fiestas aparece cada dos por tres el hip-hopero para elevar el nivel de celebridad del evento, y de paso hacer las delicias de los más “in” de las altas esferas. Porque Snoop Dogg ya es él mismo toda una “celebrity”, y así hace una aparición estelar en la nueva película de La Familia Adams, sale en mediáticos anuncios como el de Corona, o co-protagoniza su propio show con estrellas de la TV como Martha Stewart en el canal VH1. Desde luego, ha nacido una nueva estrella, y es fulgurante brillando por doquier.
Como relataba el enlace anterior, los inicios de la historia de este cantante se remontan a un pasado con más pena que gloria, cuando hace 30 años empezó a dar voz de Hip-Hop en la zona de Long Beach a historias de gánsteres y gente de vidas peligrosas, en el estado de California. Una profesión musical que sigue ejerciendo a día de hoy con nuevas canciones que continúan saliendo al mercado en primicia de vez en cuando. Y no crean que era una de esas personalidades que arramblan desde el principio, y que van causando fuertes impresiones y deslumbrando haya por dónde pasan. Para nada. De hecho se puede decir que cómo músico desde sus comienzos Snoop Dogg llevaba ya fama de ser muy tímido, un extremo en común con otros iconos de la música que tampoco lo parecen, como es tras el escenario por ejemplo el cantante de Rammstein. ¡Quién lo iba a decir de ellos escuchando su desinhibida música!
Pero ya como hombre de “negocios”, su timidez como cantante se disipa al pasar a hablar del mundo empresarial. Denuncia que hay un status quo muy fuerte, y que hay lo que él denomina en crudo como racismo. Puede que lo que diga sea cierto, y puede también que aplique más a unos tipos de negocio que a otros, pero lo que no puede negar es que será más o menos difícil, pero él mismo es el mejor ejemplo de que las oportunidades realmente existen en mayor o menor medida pero para todos. Ahora bien, tal vez lo que haya que mejorar es la igualdad de oportunidades, eso ya no está en discusión, pero al mismo tiempo hay que decir que eso es una meta a conseguir de forma transversal a todos los colectivos, porque hay veces que los colectivos que se supone que son los más agraciados por la desigualdad, en el fondo están siendo gravemente perjudicados. Eso lo evidencian temas como el que les analizamos en estas líneas referente a la gran lacra mundial del tema del suicidio masivo, que tantos millones de vidas sesga cada año sin que nadie haga nada, que apunta a tener un fuerte trasfondo económico, y que afecta infinitamente más a hombres (muchas veces blancos) que a mujeres, por poner un ejemplo de agravio comparativo. Sin sacar conclusiones para las que desde aquí ya reclamábamos sacar adelante todo un Plan Nacional de Prevención del Suicidio, ahora lo que nos interesa es que no siempre estas situaciones privilegiadas de la socioeconomía son lo que parecen a primera vista.
La entrevista hecha por el NYT a Snoop Dogg es cuanto menos interesante, y en ella el cantante-empresario se disquita y despacha bien a gusto hablando de cómo su timidez natural delante de su primera película dio paso a un “sentirse parte de la película” que le hizo pasar a sumergirse en ella, olvidándose de sí mismo, y dejando paso a lo que escenario el quería hacer de él. Algo similar le ha debido de ocurrir en el mundo de los negocios, con unos comienzos empresariales más que humildes y modestos, pero que han dado paso a crear todo un imperio basado en el Cannabis al calor de la legalización en diversos estados de Estados Unidos. Igual de fascinante le debe de resultar lo uno que lo otro, sintiéndose a sí mismo como parte de un fluir incontrolable ajeno a su propio control y yendo mucho más allá de su tímida concepción más auto-referencial. A veces los hombres de más éxito afirman convencidos que ellos sólo se han dejado llevar por la vida, justo la concepción diametralmente opuesta al tópico de ejecutivo resoluto y tomando decisiones clave que le llevan al éxito más rotundo. Y es que aquí hay tantas vidas como personas, y tantas historias de éxito como éxitos, y ninguna vale más que otra porque sencillamente cada uno debe de escribir la suya propia. Y por cierto, decir también que el éxito como tal es una concepción de dimensión más que personal, y que cada uno debe de escribirlo con las letras que personalmente más feliz le hacen, sin necesidad de traducirlas en una cifra seguida por muchos ceros en el banco. Lo que le hace a uno ser una persona de éxito, puede hacerle a usted sentirse un auténtico desgraciado (y viceversa).
El “businessman” no nació con la aventura empresarial, sino que nació de la propia música
Pero realmente los inicios de Snoop Dogg como “businessman” no llegaron ya con el Cannabis y su comercialización, sino que sus lecciones más importante para hacer negocios vinieron del propio mundo de la música. Fue a raíz de ir con su música de la mano de “No Limit Records” como coincidió con el auto-denominado “Master P”. Una figura del sector que enseñó a Snoop Dogg y que le guio con su saber-hacer a través del mundo de los negocios aplicados a la música. Fue ahí donde se fue forjando la realidad personal y profesional del que posteriormente fuera además todo un hombre de negocios dirigiendo un imperio del Cannabis. Y no era tanto algo relacionado con la gestión empresarial más micro-económica, sino que él mismo confiesa que era más bien aprender del “show business” a lo grande, y cómo dominarlo ya no sólo como “show”, sino también como “business”. De ahí el hip-hopero Snoop Dogg se transformó en el empresario de éxito que le sucedió. En esta vida realmente no sabes quién te puede enseñar tu lección de vida más importante, y puedes recibir esa lección que te cambie tu vida para siempre de un mendigo viviendo en la miseria en Benarés, o de un músico trabajando en un sello discográfico. El éxito y el dinero no entienden tanto de lugares emblemáticos y personalidades célebres, como de destinos individuales y coincidencia con otras personas que te enriquecen y que te marcan la vida.
Así le ocurrió a Snoop Dogg con Master P, demostrando que los maestros de vida no siempre tienen porqué estar en las aulas, aunque es cierto que en las aulas deberían estar los mejores maestros (también de la vida). Construir personas, bien sean empresarios y celebridades de éxito, o bien simples trabajadores felices que se realizan con su vida y con su trabajo, es una de las tareas más encomiables a las que puede consagrar su vida una persona, porque entregar tu carrera profesional a construir el futuro del país en forma de generaciones futuras es lo más alto a lo que puede aspirar cualquier ciudadano que tenga conciencia socioeconómica de verdad. Darte a los demás siempre es elogiable, pero darte al futuro de los demás además de elogiable es muy generoso, y a buen seguro que reparte mucha más felicidad y bienestar socioeconómico que la administración de lotería de la Bruja de Oro en Navidad. Y es que la mejor lotería es poder vivir en una Socioeconomía avanzada que te permita desarrollarte profesional y personalmente en plenitud, como hiciera Master D con el hoy celebérrimo Snoop Dogg. Y no fue el único que lo hizo, puesto que la carrera de éxito de Snoop Dogg ha sido una sucesión de influencias decisivas que le han ido forjando en lo que es hoy en día, dando por buenas esas teorías de “cadena de favores” en las que uno recibe de terceros lecciones imprescindibles, y a su vez dispensa a cuartos desconocidos nuevas lecciones como las que Snoop Dogg reparte desinteresadamente en su entrevista con el New York Times.
Pero la historia de éxito de este cantante de Hip-Hop no está sembrada sólo por personajes que le aportaron en positivo. Él mismo reconoce que su línea de vida se ha cruzado con otras personas de las que se limita a decir que a veces tienes que tener cerca a la gente equivocada para poder darte cuenta de cómo son y cómo actúan. Sin duda ésa es la gran segunda lección de vida que se puede sacar de nuestro entorno más inmediato: separar el polvo de la paja, y quedarnos con las joyas que siempre aparecen entre esa paja en el proceso. Si usted no las encuentra, sencillamente es porque no las está buscando bien o donde debiera, porque estar siempre están a nuestro alrededor. Una vida de éxito no sólo consiste en saber ir eligiendo el camino correcto en cada cruce, sino también en saber irse quedando con los mejores compañeros de viaje en cada parada y fonda. Sin personas de valor a nuestro lado, somos nosotros mismos los que no acabamos valiendo demasiado. Y además Snoop Dogg pone muy visionariamente a su pareja en el centro de su vida, porque es su mejor compañera de viaje. Desde luego que, de entre todas las decisiones de vida que nos ayudan a construirnos como personas y de entre todas las influencias de las que nos rodeamos, la de elegir a nuestra pareja es la más crucial, tanto para ellos como para ellas, que si no luego las del heteromatriarcado se quejan de los del heteropatriarcado, y puede acabar pareciendo que los unEs se merecen cruzarse con los otrEs, aunque sólo sea para aprender un poquito más de sí mismos a ser mejores personas (ellos, ellas, y “elles”, que aquí monstruos los hay de todos los sexos).
Y de todo este sustrato personal, floreció el hombre de negocios de éxito "cannábico"
Realmente una de las cosas que más chocan de lo que Snoop Dogg define como su propia filosofía personal de negocios es cómo este hombre, en vez de amoldarse a los estándares del mundo empresarial, ha optado por todo lo contrario. Aun a riesgo de poder haberse convertido en todo un inadaptado al mundo de los negocios, Snoop Dogg se reafirma en que aquellos que quieren hacer negocios con él saben que se tienen que adaptar a ese Snoop Dogg que ya conocen. Y además deben hacerlo en su faceta de hombre de negocios, que no tiene porqué coincidir con el Snoop Dogg en otros planos de su vida. Sin duda, se puede pensar lo que se quiera de este hombre, incluso se puede pensar que sus negocios desarrollan su actividad en un sector de poca reputación, pero lo que es innegable es que este hombre se ha convertido a sí mismo en un hombre de rotundo éxito, y además lo ha hecho siendo fiel a sí mismo.
Y eso son palabras mayores en un mundo actual en la que los aspirantes y “wannabes” que se venden a sí mismos y tragan con lo que haga falta en su camino a las mieles del éxito (a menudo muy equivocado), incluso aunque no se esté muy de acuerdo con las mercancías con las que comercia Snoop Dogg ni con sus efectos sobre la psique. No podrán decir que desde aquí no hayamos analizado ya algunas de sus vertientes socioeconómicas en ciudades como Amsterdam y su modelo productivo, así como también de sus peligros, al menos de las más "duras". Ése realmente es un tema accesorio para el tema central del análisis de hoy, y hemos preferido analizar más un mapa de recorrido personal y profesional, que la carga concreta del carro del que tiraban sus bueyes. Todo ello no es óbice para que él mismo reconozca abiertamente que nunca pensó que el Cannabis se fuese a convertir en el gran negocio que es hoy, a pesar de todas las veces que dio son sus huesos en la cárcel por su culpa, y afirma modestamente haberse limitado a seguir la estela de otros músicos amantes de esta sustancia como Bob Marley o Willie Nelson.
Pero hoy en día Snoop Dogg está al frente de un imperio del Cannabis que vale muchos millones, con una riqueza personal estimada de unos 150 millones de dólares, lo cual le convierte en uno de los cantantes de Hip-Hop más ricos del mundo. Aún así, Snoop Dogg no se conforma con lo ya conseguido (que no es poco), y se muestra convencido de poder construir toda una marca del Cannabis que pueda dentro de poco mirarse de igual a igual con cualquier gran multinacional. El hecho es que ya está en ese camino, y empieza a quedarle más bien poco para alcanzar su meta. Desde luego que ha elegido un negocio en el momento oportuno y de gran crecimiento, y aunque ha tenido inevitablemente sus momentos de burbuja como tiene todo nuevo negocio de un nuevo sector que se crea partiendo de la (casi) nada (al menos de la nada legal), no se puede negar que, si la legislación le sigue acompañando, lo mismo puede ocurrir con la evolución de las cuentas de sus empresas. De hecho, no es sólo Estados Unidos, y los emprendedores que tengan interés en un sector con estas “peculiaridades” psicotrópicas, también en el plano nacional hay diversos analistas que afirman que los cultivos legales de Cannabis son un sector en pleno auge en España.
Porque un último punto clave que no se puede negar a la hora de emprender y de llevar al plano empresarial una idea, es que la gente suele ver el negocio en las cosas del día a día de su propia vida. Así el emprendimiento no es tanto tirar para adelante con cualquier cosa que se te ocurra (que a veces lo es), sino más bien optar por lanzarse a dar una solución a una necesidad que tú ves en tu propia vida y que no está satisfecha actualmente por el mercado. Obviamente, en el mercado del Cannabis eso ocurría porque hasta el momento ese mercado ha sido exclusivamente ilegal en (casi) todo el mundo, y lo súbito del éxito viene derivado en parte del hecho de que en muchos lugares se ha levantado de repente la prohibición, y ahora florece el negocio como para el imperio de Snoop Dogg. Independientemente (de nuevo) de concepciones morales, la mejor lección que se puede sacar de este tema es que, por casos como el de Snoop Dogg, eso de fomentar el emprendimiento es tan importante. Primero, porque el emprendimiento de hoy crea los gigantes del mañana. Segundo porque satisface necesidades que muchos aún no sabían que tenían (y que otros no quieren llegar a tener estando en todo su derecho). Y en tercer y último lugar porque hace de puente natural entre el mundo empresarial, la innovación más disruptiva, y la sociedad en forma corpórea de Socioeconomía.
Y de esta última Santísima Trinidad socioeconómica (o Excelentísima Tríada para los no creyentes) es precisamente de donde sale riqueza para todos los ciudadanos, bienestar, y el pan nuestro de cada día. Sea a raíz del Cannabis de Snoop Dogg, del comercio electrónico de Amazon, de las redes sociales de Facebook o Twitter, de las búsquedas de Google, o del iPhone de Apple. Es impactante la cantidad de grandes emporios empresariales actuales del mundo que han nacido hace más bien poco con orígenes tan humildes como por ejemplo un modesto garaje. Y eso, es valentía personal, valía profesional, y visión de futuro, pero también un caldo de cultivo propicio para que el emprendimiento se transforme en grandes empresas. La gran pena es que lo último depende más bien de nuestros políticos, que suelen acordarse de los emprendedores sólo para los titulares más efectistas, porque realmente las mieles de haber favorecido el emprendimiento suelen sobrepasar el funesto plazo límite de cuatro años por el que ellos se preocupan casi en exclusiva. A la luz de la falta de concienciación emprendedora en España, tal vez a los políticos españoles habría que pagarles el “bonus” en diferido en base a los resultados finales cosechados por sus políticas (en vez de por sus promesas a futuro): mucho me temo que mejor nos iría, como de hecho le está yendo a Snoop Dogg en Estados Unidos.
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