La ponencia de Alberto tiene la virtud de sondear en los orígenes del cine, de la misma industria del cine (lo de arte es algo sobrevenido, tal y como señala), para explicar los motivos por los que en buena medida es tremendamente refractario a lo que huela a liberal, no siendo en este sentido la industria española una excepción a la regla, todo lo contrario.
Se trata de un conglomerado que, ya desde casi sus orígenes tiene una conexión íntima con el aparato estatal. Ambos actores, cine y Estado, se han reconocido como mutuamente interesados en el uno en el otro, siendo conscientes de lo bien que les iría ir de la mano (propaganda, subvenciones, censura, mensajes subliminales, financiación, etc).
Así, películas como El manantial pueden ser calificadas como un milagro, y si me apuran un milagro no del todo consumado.
PD: Eché de menos alguna referencia a Milius, aunque entiendo que es bastante inclasificable.
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