Este tipo de planes no deben seguir prorrogándose, más aún con la subida del IVA prevista para julio, el incremento en el coste de matriculación y los mayores efectos que tienen estas ayudas al desplazar el consumo al primer semestre. Sin olvidar claro está, que los propios fabricantes y distribuidores tienen en su mano llevar a cabo estas políticas. El sector del automóvil en España genera bastante empleo, indudable, pero si los fabricantes pueden colocar un descuento de 1.000 euros encima de la mesa para vender más coches, también pueden colocar un descuento de 2.000 euros. Lo único que se consigue con estos planes es seguir manteniendo la actitud socializadora de pérdidas, aunque en este caso, los beneficios indirectos de las ayudas repercutan en las arcas públicas vía impuestos.
Impuestos, tanto en IVA como en matriculación sin olvidar el impuesto de circulación y todos los impuestos asociados a carburantes. Obviamente cuantos más coches se vendan, mayor recaudación impositiva tiene el estado, pero no sería de extrañar que al final también pasemos por el aro de subvencionar pisos, siguiendo la misma lógica recaudatoria.
Las empresas deben mejorar sus ventas por si mismas y si la crisis aprieta, bajar precios que si lo hacen ahora, ya lo podían haber hecho mucho antes. Mal camino el que seguimos con la gestión de subvenciones y ayudas a diestro y siniestro.
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